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El genio de la rodilla mentirosa

Lo Pelat dispone de una visión de juego privilegiada para dar el último pase antes del gol con su peculiar forma de colocar el cuerpo formando un ángulo recto con el balón

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Enrique Ramón - madrid
León

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Iván De la Peña tardó veinte minutos en presentar sus credenciales en el Santiago Bernabéum, esas que le han hecho ganarse la admiración de muchos y el desprecio de otros. Una veintena de minutos para dar tres asistencias. Tres pases de gol desaprovechados por sus compañeros contra el Real Madrid. Decía Luis Aragonés que es el mejor futbolista de España dando el último pase junto a Xavi y Guti. Su suegro, Juan Manuel Asensi, asentía e iba más allá: «esa suerte en el fútbol gana partidos y finales». Y es que la visión de juego del futbolista cántabro es privilegiada. Aprendió rápido y bien de un maestro como Josep Guardiola. Al dar ese último pase, esa asistencia de gol, engaña a todo el mundo. A veces, incluso a sus compañeros. Pero a él le sale de forma natural. Casi se diría que por inercia. Coloca el cuerpo formando un ángulo recto con el balón. Acompaña la pierna, la cabeza, la mirada y la cadera hacia un lado y en el último momento gira la rodilla para mandar el pase al otro. Su cuerpo dice derecha, pero el balón va al lado izquierdo o viceversa. Domina el arte de girar la rodilla en el último instante como nadie. Por eso, en las categorías inferiores de los equipos que cuentan con grandes entrenadores de porteros, les dicen a sus pupilos que en los penaltis sólo miren a la rodilla del lanzador. Esa no engaña. El cuerpo sí. De la Peña mandó el primer correo a los diez minutos. Dani no acertó solo ante Casillas. Un minuto después su pase dejó solo a Maxi. También falló. Y el colmo de su desesperación llegó a los 22 minutos cuando un pase mirando a la sexta fila del graderío del fondo norte sobre Ito se encontró con Iker Casillas para amargar la noche. En la primera mitad todavía tuvo tiempo de dar otros dos pases de gol. Ese último pase. Tal fue su exhibición en ataque que al Santiago Bernabéu no le quedó otra que rendirle una cerrada ovación. No es común faltando una hora de partido darle cancha al rival, pero De la Peña, un ex barcelonista para más inri, se lo ganó. Pero no sólo se dedica a mirar a la portería contraria. Tres robos de balón en el centro del campo en la primera mitad hacen que sea imposible reprocharle nada. Ahora, también trabaja. En la segunda mitad siguió con su recital de pases en profundidad, al hueco, en corto, hacia atrás y hacia adelante. Lo hizo casi todo bien, pero no fue suficiente para que los blanquiazules ni tan siquiera pudieran empatar. Lo Pelat por fin se ha hecho mayor. En el Espanyol ha encontrado la madurez que no logró ni el Barcelona, ni el Lazio ni tampoco en el Olympique de Marsella. Mucho ha llovido desde que el 3 de septiembre de 1995, a los 19 años, debutara en el primer equipo del Barcelona de la mano de Cruyff. El cántabro encandiló desde el principio a los aficionados hasta el punto de que se convirtió en un estandarte para la afición azulgrana y llegó a dar nombre a toda una nueva generación de jóvenes jugadores: aquella «Quinta del Mini», también conocida como la «Quinta del Calvo». Lo Pelat fue, a partir de entonces, la joya mimada de la cantera barcelonista, llegando a ser internacional sub-16, sub-17, sub-18, sub-21 y olímpico en Atlanta'96. Poco después llegó al conjunto azulgrana el brasileño Ronaldo, que se enamoró de su juego. «Al pelado lo quiero siempre conmigo», decía el ahora madridista. Tanto es así que posteriormente lo reclamó para el Inter de Milán cuando fichó por el conjunto italiano, aduciendo que el cántabro era el futbolista ideal para darle asistencias de gol en el calcio. Al final y tras muchas idas y venidas, primero con Luis Fernández y ahora con Lotina ha logrado quitarse el sanbenito de poco defensivo. Luis Aragonés en la selección le dará la alternativa contra San Marino. Escenario idóneo para hacer marcar goles a los delanteros. Porque ese es su trabajo. Y lo realiza a la perfección. Mala racha Después de encadenar ante el Real Madrid (4-0) su cuarto partido sin ganar y de recibir diez goles en las últimas tres jornadas, el Espanyol vive su peor momento de la temporada, acosado por su debilidad defensiva y por su falta de mentalidad ganadora para afrontar situaciones complicadas ante equipos grandes. El equipo entrenado por Miguel Angel Lotina ha cerrado su tramo de calendario más complicado con un pobre balance: de manera consecutiva ha tenido que jugar en Mestalla, San Mamés, Riazor y el Santiago Bernabéu, pero sólo fue capaz de arrancar un punto de Bilbao. Precisamente desde aquel encuentro, el último de la primera vuelta, el Espanyol parece una mala versión del que había iniciado la Liga: dubitativo en defensa, incapaz de crear juego y falto de pegada, los de Lotina ven amenazada su aspiración a entrar en la Liga de Campeones de la próxima temporada. Pero el aspecto que más ha empeorado es el defensivo. En la primera parte de la Liga se había especializado el Espanyol en recoger elogios por su manera de replegarse.

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