Una huelga inoportuna
LA VISITA de la Comisión de Evaluación del Comité Olímpico Internacional (COI) a París coincidirá con una convocatoria de huelga prevista para el próximo día 10, que amenaza con paralizar el país y arrojar una imagen poco conveniente de esta ciudad candidata a la organización de los Juegos de 2012. Mientras los miembros de la comisión que preside la ex atleta marroquí Nawal el Moutawakel afronte su segundo día de visita a la capital francesa, los trabajadores estarán convocados a un paro general y a manifestaciones en defensa de la semana laboral de 35 horas, los salarios y los servicios públicos. Seis días después del anuncio de esa huelga, los responsables de la candidatura parisiense han reaccionado hoy al impacto que puede tener sobre las opciones olímpicas de París, que rivaliza con Madrid, Londres, Nueva York y Moscú. El alcalde, Bertrand Delanoe, se apresuró a restar importancia al efecto eventual del paro en la candidatura, afirmó que «la democracia no va a detenerse hasta 2012» y recordó que el conjunto de los sindicatos franceses ha apoyado desde el primer momento a la candidatura. El primer edil aseguró que en los próximos días trabajarán para que la Comisión de Evaluación no se cruce con el recorrido de la manifestación, aunque bromeó al decir que también podría aprovecharse para decir que todos están a favor de París 2012. Más preocupado pareció el ministro de Deportes, Jean-Francois Lamour, que señaló que un cambio de fechas sería «una solución» a la «coincidencia lamentable» entre la huelga y la visita del COI. Un cambio de fechas que los sindicatos han rechazado de forma tajante, al tiempo que se han mostrado dispuestos a trabajar para que la huelga no interfiera en la imagen de la capital. Considerado por los propios franceses como «el país de las huelgas», Francia ya ha visto en el pasado cómo paros obreros interfirieron en la organización de eventos deportivos. En 1998, la organización del Mundial de Fútbol estuvo pendiente de una huelga de pilotos de Air France, que sólo se desconvocó unas horas antes del inicio de la competición y que provocó unas pérdidas de 166 millones de dólares para la aerolínea. Dos años más tarde, mientras el Madrid y el Valencia se disponían a disputar en el Estadio de Francia la final de la Liga de Campeones, una huelga de empresas de transporte de dinero dejó sin fondos a la mitad de los cajeros automáticos.