El Madrid y su deseo de seguir en la Liga pueden con el Barcelona (4-2)
La necesidad de los de Luxemburgo superó a base de eficacia al gran fútbol blaugrana Luxemburgo: «Nosotros sí hemos sabido aprovechar las ocasiones»
Hay Liga, aunque sigue teñida de azulgrana. Por una cuestión de necesidad, el Real Madrid devoró al Barça en el Bernabéu. Ganó porque leyó mejor el duelo, por fe, por pegada, por Iker y porque no le cabía otra. En un gran clásico, salvó el primer match ball adverso frente a un Barça que juega mucho mejor, pero salió con el freno de mano echado. A falta de siete jornadas, los de Luxemburgo están a seis puntos pero han recuperado la autoestima, el gol de jugadores básicos como Ronaldo y Raúl y la fe en que el milagro aún es posible. El Barça, en cambio, puede acusar a partir de ahora la presión y la lesión de Eto'o, abucheado por gran parte del Bernabéu cuando se fue en camilla a un cuarto de hora del final. Sabedor de que se hallaba ante su última oportunidad, el Madrid salió dispuesto a morir. En lugar de parecer contemplativos, esta vez fueron ejemplo de compromiso, convicción, orgullo y agresividad. Más allá del dibujo táctico o de jugar con tres puntas y Gravesen como único medio centro, la diferencia entre éste y otros muchos partidos del Madrid estuvo en el alma, el corazón de los protagonistas. Ni más, ni menos. Todo lo contrario le ocurrió el Barça, al que le sobra fútbol pero le falta coraje, especialmente en una endeble zaga cogida donde sólo cumplió el renqueante Puyol. Hasta cojo es el mejor zaguero blaugrana. Los culés perdieron precisamente porque salieron a la expectativa, a verlas venir. Se creyeron que ya desde el inicio los merengues iban a regalarles el balón y el terreno, para sorprenderles al contragolpe, pero se toparon con un adversario que les pasó por encima en el arranque. Ronaldo, el gran añorado en los últimos meses por el madridismo, apareció cuando más se le reclamaba. De sus botas y de su cabeza salieron las acciones que decantaron el triunfo. Primero, se aprovechó de un presente del fallón Gio para dar un balón de oro a Zidane. Sólo trece minutos después, cabeceó una falta lanzada por Beckham. Y entre una acción y otra, ofreció otro pase que Roberto Carlos desaprovechó por no machacar. Con un 2-0 adverso el Barça comenzó su partido. Tenía tiempo para una reacción histórica. Ronaldinho, hasta entonces desaparecido en la banda e intimidado por Salgado o Gravesen, apareció. En la zona ancha, la superioridad catalana se hizo patente. El Barça tocó bien, rompió por banda una y otra vez y buscó a un Eto'o listo e infatigable. Marca Eto'o Una arrancada definida como los ángeles por el camerunés metió a su equipo de lleno en el trepidante partido. Quedaba más de una hora, el Barça era entonces dueño del balón y del juego, y el Madrid ofrecía síntomas evidentes de flaqueza. El líder desperdició varias ocasiones pintiparadas para igualar antes del descanso. También contribuyó la inmensa figura de Casillas. Y ya se sabe lo que ocurre cuando al Madrid se le baila pero se le perdona la vida: que como pueda te destroza a la contra. Justo eso es lo que hizo Raúl, ya en el descuento, tras servicio de Roberto Carlos. La reanudación también cumplió el guión soñado para los madrileños, que se replegaron por completo frente a un rival que dominaba sin fe, harto de llevar el peso del partido y de recibir tanto castigo. Helguera se hizo el mariscal del área blanca y los barceloneses se desesperaron. Volvieron a caer en la trampa y permitieron que, tras un balón largo, Owen dejara su sello y anotase su undécimo gol en Liga. El magistral lanzamiento de falta de Ronaldinho apenas sirvió para que el Barça, que perdió por lesión a Eto'o, mantenga a su favor el referido average. No es cuestión baladí, tal y como pintaba la situación.