Diario de León

Ademar calienta motores para la Recopa apabullando al Cangas «Muy bien chicos, volvemos a estar en el buen camino»

El equipo recupera el instinto ganador y la ambición que lo convierten en un rival temible

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Georgino Fernández - león
León

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Instinto ganador. Esa cualidad intangible que el Ademar parecía haber perdido en los últimos encuentros volvió a aparecer ayer por el Palacio de los Deportes. Y cuando aparece se nota. Transmite buenas, muy buenas sensaciones y termina barriendo al equipo que en esos momentos tiene la mala fortuna de estar enfrente de los leoneses. Le sucedió en la noche de ayer al Frigoríficos del Morrazo Cangas. Terminó el partido apabullado, abrumado por el rodillo a que le sometió el Ademar. El equipo de Cadenas fue una especie de martillo pilón que percutió una y otra vez contra el Cangas hasta que lo destrozó. Mantuvieron el tipo y más que dignamente gracias a su gran tirador Muratovic, pero cuando se les terminó la gasolina en el segundo tiempo sufrieron un vapuleo en toda regla. Cadenas movió el banquillo a fondo, repartió minutos entre todos y en el tramo final el Ademar pudo mantener la quinta velocidad y el Cangas tuvo que conformarse con ir en tercera. Y gracias. Y es que desde el arranque, los leoneses ya emitieron buenas vibraciones. El técnico gallego, Alejandro López, puso en escena una defensa presionante 5-1 con el objetivo de frenar a Metlicic y a Kjelling y... los dos primeros manos vinieron de la mano del croata, que también estuvo muy acertado asistiendo a los pivotes. Aún así, el primer cuarto de hora fue un auténtico toma y daca. Los gallegos aguantaban y el Ademar no podía abrir brecha. Por los leoneses, los goles se repartían entre todos los jugadores en cancha, por el Cangas era Muratovic (¿quien si no?) el encargado de perforar la portería local. Fue un contraataque bien culminado por el ruso Krivochlykov el que abrió la primera brecha importante en el marcador: 12-8. Corría el minuto 16. Alejandro López pide el primer tiempo muerto y Ole Erevik sustituye a Jorge Martínez en la portería. El noruego, que defendió el marcolocal hasta el final, tuvo ayer uno de sus mejores partidos desde que viste la camiseta del Ademar. Hizo auténticos paradones y terminó con un porcentaje realmente bueno: paró 17 tiros de los 34 que les llegaron; incluido un penalti. Así, se llegó al final con un 16-12 en el marcador. Los gallegos, en los primeros treinta minutos habían salvado los muebles. En el arranque de la segunda, el Ademar le mete más intensidad al juego y el resultado es que el Cangas está casi cuatro minutos sin hacer un gol. Colón está muy acertado en ataque y en defensa la nueva pareja que forman en el centro Viran Morros y el asturiano Carlos Prendes, funciona. Los de Cadenas aprietan en defensa y juegan rápido en ataque. Los contraataques funcionan y si se juegan ataques posicionales la bola corre rápida de una esquina a otra de la zona gallega. El rodillo leonés coge velocidad y empieza a triturar al Cangas. Diez goles de ventaja en el minuto 22: 30-20. Del minuto 15 al 22 los gallegos no hicieron un sólo tanto. La buena defensa y el acierto de Erevik fueron determinantes. En la recta final, las diferencias ya no bajarían nunca de los diez goles; incluso aumentarían. Cadenas renueva los extremos, los laterales, los pivotes, todos los puestos cambian constantemente de cara, pero la intensidad se mantiene. Así, hasta cinco jugadores terminaron firmando cuatro goles: Juanín, Colón, Entrerríos, Prendes y Morros. Y Roberto García sumó uno más para terminar ayer como el estilete más acertado en el conjunto leonés. El partido estaba perfectamente encarrilado y el Ademar daba de nuevo sensación de fortaleza; una sensación que se recordaba con añoranza por parte de los aficionados. Hasta el final, el equipo que mantiene Cadenas en pista tanto en defensa como en ataque está formado por: Curuvija, Roberto García, Raúl Entrerríos, Perales, Prendes y Viran Morros. Sentados, un banquillo de lujo con Juanín García, Metlicic o Kjelling, entre otros. Y no hubo ningún problema. Ese sexteto inhabitual fue un ciclón que cruzaba el campo a velocidad de vértigo; demasiada velocidad para las cansadas piernas del equipo gallego. El portero del Cangas puso cara de circunstancias porque empezó a recibir un rosario de goles de la misma factura: con un jugador blanco lanzando en carrera delante de sus narices. Los espectadores disfrutaban, el equipo les hacía sentir de nuevo las buenas vibraciones de las grandes noches. Terminaron rendidos, aplaudiendo y jaleando al equipo. El bache de las últimas semanas parece quedar definitivamente atrás. Que así sea.

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