Diario de León
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M. Vivero - liverpool
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El único equipo español que quedaba en Europa toca la gloria. El Liverpool se metió en la final gracias a un gol fantasma de Luis García y al entramado defensivo expuesto por Rafa Benítez. Y sobre todo, al apoyo de una afición incondicional. Anfield es una catedral del fútbol. Sabe cuándo el equipo necesita su apoyo por completo, cuándo es necesario dar una bocanada de aire a los reds , sobre todo en estos momentos de zozobra liguera y de dudas. Pero todo eso se olvida. Los fantasmas de su historia centenaria vuelven a apoderarse del estadio y a rugir. Y si Anfield ruge, el equipo ataca y el contrario se acongoja. Así de simple. Con estos parámetros, con esa historia que pesa como una losa, los chicos de Rafa Benítez salieron con el corazón. El fútbol y la cabeza se los dejaron en el vestuario. Sólo se explica de esta manera el gol fantasma de Luis García, que recogía un balón que con anterioridad había guerrilleado Milan Baros. Fue el éxtasis, la culminación perfecta de los ingredientes del Liverpool. El catalán demostró que ha sido el fichaje español más rentable. Se ha ganado con su juego el respeto de Anfield, al igual que Alonso, el ausente más deseado por «The Kop». Pero también fue donde empezó la agonía de los reds . El Chelsea ni se inmutó cuando recibió el golpe. Siguió a su ritmo, sabedor de su superioridad. Hombre por hombre, el Chelsea era mejor que el Liverpool. Y lo demostró. Con paciencia y al toque, algo extraño en los londinenses, fue metiendo poco a poco a los locales en su área. El Liverpool se convirtió en un frontón, al más puro estilo italiano. Dos líneas bien colocadas en el campo y Baros dando vueltas en la búsqueda del balón. Con un ritmo frenético, al puro estilo británico, acelerando las pulsaciones, fueron trasncurriendo los minutos. El Chelsea lo intentó todo, incluso la incorporación de un central como Huth en ataque, para poder traspasar el entramado rojo. Sólo cambiaron en los reds Baros por Cissé. Y así, con coraje y mucho, muchísimo sudor, los reds vuelven a una final de la Copa de Europa 20 años después. En un final frenético, pudo sentenciar otra vez Cissé y, también, entrar en la final el Chelsea, si el islandés Eidur Gudjohnsen no hubiese enviado el balón fuera con todo a favor. No lo hizo y, a la cuarta, el Liverpool de Benítez se resarció de todos los sinsabores sufridos esta temporada ante el Chelsea de Mourinho y entró en la final europea.

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