Una lección de fútbol del PSV al Milan no le sirve para ser finalista (3-1)
Remontaron los dos goles de la ida, pero los italianos marcaron y se la disputarán al Liverpool Anfield recupera su leyenda con un Benítez que le ha devuelto la alegría
El PSV Eindhoven volvió a dar una lección de fútbol al Milan en una injusta semifinal europea. Al igual que ocurrió en la ida, los holandeses dieron otro repaso a los italianos, rácanos y lamentables en juego pero de nuevo con la fortuna como aliada. El fútbol fue tremendamente injusto con el PSV, que acarició una final de la Copa de Europa 17 años después pero acabó llorando ante el gran favorito, que evitó la prórroga en el tiempo de prolongación. El Milan, que se dejó llevar hacia el fracaso durante todo el partido, estuvo ko ante el PSV 90 minutos, pero de nuevo le acompañó la flor en el último momento. En la final contra el Liverpool estará un equipo que ha sido seis veces campeón de Europa, pero no el que más se lo mereció, porque el PSV del toque, la velocidad y la entrega fue muy superior en ambos partidos a un Milan patético que en Eindhoven siempre estuvo a merced de los holandeses. El PSV ya rozó la prórroga en la primera parte, cuando su trepidante inicio de partido le permitió marcar un gol y enviar un cabezazo al larguero cercana la media hora. Los italianos ofrecieron una pobre imagen en ese primer tiempo (tras el descanso fue peor) en el que tardaron en sobreponerse a la presión local y sólo dispararon una vez a portería en todo el periodo. Fue el centro del campo del PSV el que llevó a los holandeses a confirmar su superioridad sobre un Milan anodino que se fiaba del 2-0 de la ida y sólo trabajaba por defender y enviar algún balón largo a Shevchenko. El PSV llegaba por todos los flancos, aunque sin puntería ante un Milan que no olía la pelota y continuaba con su actitud apática y fiel al catenaccio. Cocu hizo justicia y empató la eliminatoria de cabeza. El Milan puso entonces presencia ofensiva por primera vez. Un gol de los italianos habría sido un premio totalmente inmerecido sin llegar a la prórroga, pero así ocurrió con el cabezazo de Ambrosini al que sólo pudo responder de nuevo Cocu para meter miedo a los transalpinos hasta el último segundo.