Diario de León

Una fiesta esperada seis años

Unas 900.000 personas celebraron el título del Barcelona por las calles de la Ciudad Condal

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Sergi Olego - barcelona
León

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La decimoséptima Liga del Barça desató la locura en la capital catalana. Si alrededor de ocho mil aficionados habían recibido a los azulgrana la pasada madrugada en el aeropuerto de El Prat, unos 900.000 seguidores se lanzaron a las calles de Barcelona para seguir el recorrido del autocar de los campeones. Los jugadores estaban atónitos. Ni en la mejor de sus previsiones se podían imaginar tal celebración. Mientras el Camp Nou se iba llenando, los Puyol y cía. vociferaban como unos aficionados más. Un año de trabajo merecía un festejo a lo grande. Deco, Belletti, Ronaldinho y Maxi iban encaramados en la parte delantera del autocar de dos pisos engalanado para la ocasión con un gran «Campions» de color azulgrana. Metros detrás un autocar idéntico se unía la fiesta con los jugadores de la sección de balonmano que celebraban la Liga de Campeones obtenida la pasada semana ante el Ciudad Real. Por detrás, Valdés y Albertini se divertían descorchando una botella de cava tras otra ante la incrédula mirada de un Giuly que estaba alucinando. Ni en el mejor de sus sueños podía imaginar el menudo francés una celebración de este estilo él que estaba acostumbrado a ser recibido por unos puñados de aficionados cuando ganaba algún título con el Mónaco. Puyol, Xavi y Gabri se divertían animando a la comitiva y lanzando los habituales vítores. Otros jugadores también aprovecharon para reivindicar con su indumentaria su país de origen como Deco, que lucía una gorra de Portugal, Edmilson y Ronaldinho, con sendas banderas de Brasil, y Eto'o, con una de Camerún. Pero sin lugar a dudas la más repetida era la «senyera», portada por un gran número de jugadores. Pocos minutos antes de la nueve, Motta, Larsson, Xavi, Oleguer, Gio, Belletti y Márquez se saltaban el protocolo y aparecían por sorpresa sobre el césped del Camp Nou. El estadio repleto de símbolos del Barça y de Cataluña estallaba de júbilo. Era un breve anticipo de la fiesta que se viviría después. Una celebración que la estrella de la noche, el primer equipo de fútbol, compartió con las secciones de balonmano y de hockey que está temporada han conquistado el cetro europeo. El equipo de Carlos Figueroa ganó la Liga Europea la misma tarde del domingo derrotando en la final al Oporto. Todos ellos disfrutaron de un Camp Nou entregado. Seis años habían esperado muchos jóvenes que, en gran mayoría, poblaban las gradas del coliseo azulgrana. Discreto Rijkaard El equipo de Frank Rijkaard disfrutó de un baño de masas del que también gozó el equipo de balonmano, una semana después de ganar la Liga de Campeones. Al técnico holandés, sin embargo, apenas se le vio durante la rúa, dado que optó por dejar el protagonismo para los futbolistas y mantenerse en un discreto segundo plano, quedándose en la planta baja del autocar, mientras sus jugadores no paraban de cantar y saltar en la parte descubierta, donde no tardó en correr el cava. El himno del club abrió la velada acompañado de unas imágenes de la afición barcelonista a las que siguieron las mejores jugadas de la temporada. Todo ello mientras los jugadores azulgrana se saltaban toda clase de reglas. Algunos habían enloquecido. Sobre todo, aquellos como Motta o Larsson que se han pasado casi toda la temporada en blanco por culpa de sus graves lesiones de rodilla. Sólo ellos y sus compañeros saben por las todas las vicisitudes que han pasado. Y es que la piña que han formado en el vestuario a pesar de los contratiempos ha sido su gran estímulo para seguir creciendo como equipo. Así se lo hicieron saber a una afición que estuvo entregada durante toda la velada a sus héroes y que también tuvo cánticos de recuerdo para el eterno rival. La jornada no registró incidentes remarcables y culminó con una gran fiesta en el Camp Nou, donde los aficionados empezaron a poblar las gradas nada más abrirse las puertas (en torno a las siete de la tarde) y hubo lleno absoluto, con más de 100.000 aficionados, para asistir a la fiesta.

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