Diario de León

El Liverpool vuelve a reinar en el continente con una victoria épica (3-3)

Los de Benítez igualaron tres goles en seis minutos y el meta Dudek decidió en los penaltis «La variación táctica en el descanso nos dio la energía para remontar»

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M. Vivero - estambul
León

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La final 50 de la Copa de la Uefa fue un canto al fútbol, a las emociones y a lo imprevisible. Ganó el Liverpool en una final épica solventada en los penaltis (donde el polaco Dudek fue el protagonista al parar dos) y en la que se marcaron seis goles en los 90 minutos reglamentarios, una marca que no se veía desde que el Benfica le ganara al Madrid 5-3 en Ámsterdam. Corría el año 1962. Veinte años después, tras vencer también por penaltis en el Olímpico de Roma al equipo local, el Liverpool vuelve a reinar en Europa. Fue un fin de fiesta inolvidable, en el que los reds hicieron la hombrada de remontar el 3-0 que los italianos le endosaron en la primera parte. Pero el Liverpool renació. La fe mueve montañas y los futbolistas que salieron del vestuario en la segunda parte no eran los mismos. Porque el Milan había destrozado al equipo inglés, descosiendo la red tejida por Rafa Benítez. La maquina rossonera empezó desde el primer minuto a carburar. Demostró que es el menos italiano de los equipos de la Bota , capaz de desplegar un fútbol total sobre todo si pasa por Kaka. El brasileño fue el encargado de realizar todas las operaciones atacantes de su equipo. Estuvo a la altura de las grandes ocasiones, desplegando esa velocidad endiablada que posee cuando es el señor del balón. Una y otra vez desbordó con su potencia, sin que los centrocampistas ingleses pudieran pararle de ninguna manera. Y después de irse por rapidez, empezaba a lanzar diagonales. La primera, la introdujo Shevchenko en la portería. Pero Mejuto González lo anuló por un fuera de juego dudosísimo. En las dos siguientes, Valdanito Crespo no tuvo piedad del Liverpool. El equipo italiano era un auténtico rodillo. Pero algo había cambiado en el Liverpool. Tal vez, el peso de la historia de esa camiseta. Tal vez, la convicción de que no había que hacer. Nunca se sabrá. Pero lo que sí demostraron fue que tenían confianza en sí mismos. El Liverpool se lanzó al ataque; Benítez dejó una defensa de tres y sus jugadores a por la portería contraria. Fue algo excepcional, no visto antes en una final de la máxima categoría continental. Los goles del milagro fueron llegando. El cabezazo de libro de Gerrard; el tirazo de Smicer desde 30 metros; y el gol de Alonso, que falló un penalti y cogió el rechace para empatar. El partido languideció y los penaltis decidieron el campeón.

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