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«¡Zorionak, Jesús!»

El mito español del montañismo felicita a su amigo Calleja por su hazaña: «Me alegro mucho de tu gesta, de que seas el primer leonés». En diciembre se van juntos al Vinson

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O. Marrón - león
León

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«Me siento orgulloso y contento, se lo merece por su gran trayectoria; y esto es la culminación». Quien así habla de Jesús Calleja es ni más ni menos que uno de los mejores montañeros de la historia, un mito de este deporte y uno de los últimos grandes aventureros: el vasco Juanito Oiarzábal. «Lo primero que quiero destacar es la gran amistad que me une a Jesús. Empezó en el 2002 en el Cho Oyu, en el Tíbet, y desde entonces ha habido siempre la mejor conexión y hemos estado muy vinculados», recalca. «Por eso me alegro mucho de tu gesta, Jesús, de que seas el primer leonés que sube al Everest», le decía ayer desde Madrid por medio de este periódico, a través del que conoció que Calleja ya está entre los suyos en León: «¡Ah!, ¿pero ya está aquí en casa? Tengo que llamarle». El gran Oiarzábal no repara en prendas a la hora de destacar la hazaña de quien, insiste constantemente, es «mi amigo». «Sabiendo como sé las dificultades y los momentos que puede tener el Everest y más este año, cuando se han tenido que retirarse casi todas las expediciones, esto le llena más de grandeza. Lo consiguió porque ha sido constante y paciente; y por eso ha conseguido llevar la bandera de León a la cima», destaca uno de los pocos hombres en la historia que ha ascendido los catorce ochomiles -las cimas de más de 8.000 metros de altitud- y alguna varias veces hasta completar 21 ocasiones; entre otras muchas gestas del montañismo y la aventura. «Me siento orgulloso y contento. Se lo merece por su trayectoria, y esto es la culminación», reitera el reputado y respetado montañero gasteizarra, referente de esta disciplina en España y en el mundo. Oiarzábal, acostumbrado ya a ser el foco de atención, a ser recibido en su casa como anteayer lo fue Jesús Calleja en León también le aconseja para esto: «Es el mejor momento para ser agasajado, repito que lo merece». Pero a renglón seguido le advierte: «Que lo disfrutes pero que no se te suba a la cabeza porque no es bueno». Juanito Oiarzábal se niega a entrar a valorar el aspecto técnico, el camino que ha tenido que recorrer y cómo ha ascendido a los 8.850 metros de altitud, a la cima del mundo. Porque cree que lo importante es cuándo lo ha hecho: «Ha tenido la suerte de poder subir en un año duro y difícil, en el que todo el mundo se ha retirado. Llegó a base de paciencia y por constancia y aguante: eso es lo único que hay que destacar». Regresa a la montaña con el leonés Juanito Oiarzábal aún se recupera del incidente de hace un año cuando en el descenso del K2 el gasteizarra sufrió severas congelaciones consecuencia de las cuales ha perdido todos los dedos de sus pies. «Todavía no he podido ir al monte», lamenta; «pero ya podré pronto». Regresará a las montañas, a las grandes expediciones, precisamente con Jesús Calleja: «A últimos de noviembre no vamos al Monte Vinson, a la Antártida, a ver si completamos las siete cumbres más altas de los siete continentes. Me lo llevo, comunicamos muy bien y se amolda perfectamente a lo que yo quiero y él quiere». Aunque «él va seguro, porque después de esto ya tiene la financiación; yo aún tengo que buscarla», bromea. Se trata del próximo gran proyecto del leonés, que va a por las siete cumbres y, de momento, por alguno de los catorce ochomiles , entre otras aventuras que irá desvelando. Juanito le anima. «Por cierto, al final pon una cosa: ¡Zorionak, Jesús! De tu amigo Juanito Oiarzábal». Ahí es nada.