Diario de León

Calleja recibe el reconocimiento de León por conquistar el Everest

«Desde allí se ve el mundo», explica el primer leonés que ha hollado el techo de la Tierra Recibió la insignia de oro de su ciudad y se tramita la medalla

El escalador visitó Diario de León

El escalador visitó Diario de León

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O. Marrón - león
León

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«Desde allí se ve el mundo». Es lo que responde Jesús Calleja, el primer leonés que ha coronado el techo del mundo, el Everest, cuando se le pregunta por qué es lo que se columbra desde los 8.850 metros de altitud del punto más alta de la Tierra. Llegó de regreso a León el martes a las ocho de la tarde, y ayer tuvo un completo día de agasajos, visitas y reconocimientos que no le han dejado parar. Él lo afronta como en una nube, en una mezcla de incredulidad -«no me esperaba todo esto», repite una y otra vez-, de un cansancio físico que no aparenta y del síndrome del desfase horario que aún sufre. Por la mañana compartió momentos con familiares, recibió la insignia de oro de la ciudad de León, vio a patrocinadores y amigos, atendió a los medios para múltiples entrevistas... Y también estuvo con los que durante un mes hemos sido sus compañeros, la redacción del Diario de León. Desde que se fue a finales de marzo ha enviado puntualmente crónicas periódicas con sus vivencias, los momentos buenos y malos, las dudas, las alegrías y la conquista. Todo en artículos en primera persona que este periódico recogió en su contraportada y que aún se pueden ver completas en su web: www.diariodeleon.es . «Si no es por el empuje que me habéis dado los leoneses, que me decían que estaban pendientes de mí por estas crónicas del Diario, por los ánimos que por teléfono recibía de amigos y patrocinadores... ese aliento es el que me ha hecho llegar arriba», no se cansa de repetir. Ayer, en «su» redacción destacaba no obstante que «yo soy de los que me lo he currao , el único de los dos occidentales que trabajó» abriendo senda y asegurando cuerda. Y va desvelando pequeños momentos de dificultad que ocultó «para que mi madre no se preocupara». Como que estuvo «48 horas seguidas sin dejar de escalar». Aunque «ese fue mi acierto y por eso llegué. Pero sólo comí una bolsa de maicitos». O que de la dura noche que de bajada pasó en el campo IV el resultado fue que ha perdido tres uñas de los pies (su única gran secuela física). O los dramas de la bajada, donde tuvo que ayudar de vuelta a su sherpa (le tuvo que dejar atrás al subir y que tampoco le sirvió para quitarle un peso que Calleja tuvo que portear él mismo en la última fase) y arrastrar hasta que encontró otro grupo a una amiga de la sherpa que se casó en la cumbre y que llevaba cinco horas abandonada de si misma en la nieve por el mal de altura: «Tuve que arrancarle el hielo de la cara para que no se congelara». Sus conferencias, las que ha prometido, no tendrán desperdicio.

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