Buscando a papá con la mirada

LA SALA estaba ayer a rebosar para seguir las partidas del prodigio frente al campeón. Especialmente jugadores jóvenes que se identificaban con el milagro noruego y veían hasta con enfado el que Anand derrotara tan fácilmente a su colega. Aunque a penas se movía en su asiento, Carlsen mostraba nerviosismo al entrar al medio juego, y miraba a Anand con respeto mientras que el excampeón con gesto tranquilo ni se inmutaba. Sólo empujaba piezas y hacía jugadas precisas. El niño sentía la tremenda tremenda presión y buscaba a su padre con la mirada entre el público como intentando retrasar lo peor. Lo cierto es que Carlsen jugó muy bien, pero la fuerza de un Anand es tan brutal que no se puede contrarrestar con nada. Sólo el tiempo, el estudio y la veteranía harán que Carlsen alcance lo que tanto ansía, pero para eso hay que esperar y recorrer el camino. La paciencia suele producir rosas.