España manda pero no en oros
Las mujeres prueban que son una potencia deportiva al sumar nuevos metales en kárate y natación La mala planificación, las rencillas internas y la cultura de «Gran Hermano» impiden un avance para el país en los podios
La principal diferencia entre los deportistas españoles de elite y los de las grandes potencias es que éstos sólo consideran el oro como un éxito grandioso, mientras que aquéllos valoran cualquier medalla, o incluso la presencia en una final de ocho, como algo maravilloso. Eso quizá explique por qué España domina con claridad el medallero de los Juegos Mediterráneos, pero es netamente superada por Francia e Italia en los oros. En los países de la extinta Unión Soviética, por ejemplo, pecan de excesiva ambición: la prensa, las autoridades y los deportistas valoran la plata y el bronce menos que en España. La diferencia es lógica, ya que la URSS fue un monstruo devorador de medallas, y España acaba de entrar al club de los grandes. Y se confirma la aportación esencial de las mujeres a la conversión de España en potencia deportiva. En el medallero de Almería, es el único país que muestra una gran diferencia a favor de las mujeres en el número de preseas. La natación, con 16 medallas, y el kárate, con 11, son los deportes que más han aportado a la cosecha hasta ahora. Pero esas cifras merecen una valoración bien distinta. En el primer caso el mérito es relativo, porque España está en la segunda o tercera fila mundial, aunque deben subrayarse las tres medallas de Sara Pérez, de 17 años, uno de los escasos valores con proyección. Por el contrario, España es desde hace tiempo un país dominante en kárate, y sería uno de los grandes beneficiados si el Comité Olímpico incluye ese deporte en el programa para 2012. La solución, dentro de dos semanas, en Singapur.