Diario de León

La muñeca de Herreros corona al Real Madrid cinco años después (69-70)

El Tau llegó ocho arriba al último minuto pero otorgó un triunfo sonado a los de Maljkovic

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Iñaki Lasa - vitoria
León

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Increíble pero cierto. El Real Madrid se coronó campeón en la caldera del Buesa Arena al vencer un apasionante duelo, repleto de contrastes, que perdía por ocho puntos de diferencia a menos de un minuto. Entonces, los baskonistas ya se vieron campeones, se relajaron en exceso, perdieron un par de balones claros y permitieron la heroica reacción madridista, certificada con un triple del incombustible Alberto Herreros a seis segundos del bocinazo. Con 36 años y curtido en mil batallas, al gran capitán no le tembló la mano en el momento determinante y logró la canasta que otorga al Real Madrid su vigésimo noveno título de Liga, séptimo desde que existe la ACB y primero de la era Florentino Pérez. Enorme éxito del serbio Bozidar Maljkovic, que alcanzó la gloria en su primer año al frente del conjunto blanco y derrotó a su alumno Dusko Ivanovic. El montenegrino se quedó igual de petrificado que toda Vitoria cuando, justo en el día de su despedida, vio que el partido se resolvió en contra de sus intereses. El mismo rostro que cuando este mismo año perdió la 'Final Four' de Moscú. Bullock, apagado Ganó el Madrid a pesar de que su única gran estrella y elegido MVP de la final, Bullock, sólo anotó en este partido 11 puntos, ninguno en la segunda parte, y acabó con cinco personales. Se impuso porque no se rindió jamás, funcionó mejor como bloque la mayor parte de los minutos y tuvo la suerte del campeón. Ganó en cancha del rival y en el quinto partido, exactamente igual que hizo hace cinco años, cuando conquistó su anterior galardón en feudo del Barça. El Tau, que fue por detrás casi siempre, decantó claramente el duelo a su favor en el tramo final del tercer cuarto y la mitad del último. Ahí, consiguió un terrorífico parcial de 14-0 gracias a la mano del estadounidense Hansen, dejó a su adversario con una pájara tremenda y cinco minutos sin anotar, y convirtió el pabellón en una fiesta anticipada. Empero, se vio sorprendido por sus errores y por la perseverancia madridista en un final tan extraño que pasará a la historia. Tensión, presión, nervios a flor de piel, miradas a los árbitros...Desde el primer segundo de juego la final respondió a las expectativas. El Madrid salió más enchufado, con las ideas más claras y algo menos presionado por aquello de no ser favorito y jugar fuera de casa. El Tau, por contra, estaba agarrotado, encogido, preso del tópico efecto boomerang del factor cancha. Este arranque con mayor soltura de los madrileños les permitió manejar con solvencia el primer cuarto, pero el panorama cambió en el segundo acto. Bullock descansaba en el banquillo y apareció Macijauskas, que anotó 12 puntos en este cuarto. En el tercer período, cuando el Madrid volvió a poner tierra de por medio y a recuperar su máxima renta de once puntos, pero el Tau renació de nuevo y llegó al último minuto del partido con ventaja, pero no supo hacerla buena.

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