Insólito y plácido verano en el tormentoso Saint Andrews
Al contemplar a los bañistas disfrutar bajo el sol en la inmensa playa que arropa St. Andrews, tras comprobar que las medidas de seguridad casi no existen para acceder al campo de golf y ver cómo el 'gurú' David Leadbetter luce su clásico gorro de paja de ala ancha como si tal cosa, parece que el tiempo, las urgencias y el viento se hayan detenido en esta diminuta población escocesa. Si no fuera porque St.Andrews está considerada la casa del golf, sede del Royal and Ancient -La FIFA del golf- y porque en el «Old Course» se repite desde mañana una nueva edición del torneo más antiguo del planeta (145 años), el Abierto Británico, nadie daría fe de su fama de estar acosada permanentemente por fuertes vientos, por el predominio de nubes cargadas y, más recientemente, por la desconfianza que sacude al país tras los atentados de Londres. El panorama en St. Andrews se asemeja más al de cualquier población española que disfruta junto al mar de un plácido verano. Los policías saludan más que controlan y no hay arcos de seguridad.