KILÓMETRO 0
Siete años sin fallos
UN DÍA después de los Pirineos, en la segunda jornada de descanso de este Tour, el camino hacia París de Lance Armstrong no parece contar con demasiadas trampas. El único consuelo que tienen sus rivales es que el 24 de julio lo va a dejar. Se podrá decir entonces que después de lograr su séptimo Tour descansó. ¡Menos mal que no volverá en 2006! El dominio que ha tenido de la carrera en los Pirineos ha resultado devastador. Ha estado crítico con los organizadores por los largos traslados a los que han sometido a los corredores, en realidad a toda la caravana del Tour, y condescendiente con sus rivales. Del grupo que estuvo con él en la primera etapa en los Alpes, en Courchevel, sólo Paco Mancebo ha estado cerca. Un Mancebo que está haciendo una gran carrera, que sigue creciendo como ciclista, y al que no hay que quitarle ningún mérito. Mancebo sufre donde otros ni siquiera pueden hacerlo porque no llegan a ese nivel. Así de claro. Valverde se retiró y Rasmussen, dentro de un gran nivel, no ha podido con ese ritmo atroz de carrera del que también se ha contagiado Iván Basso. El T-Mobile, finalmente, ha sido menor enemigo de lo previsto. Phonak no ha podido actuar como un equipo puesto que en las etapas claves sus tres mejores hombres no estaban al mismo nivel. CSC lo ha sacrificado todo por Basso, con acierto. Y no ha habido más. Explicarlo resulta fácil pero comprender las razones por las que nadie puede con él resulta más complicado. A los niveles en que se mueven Armstrong y Basso es muy complicado llegar. Lo fácil es escoger los lugares en los que se quiere atacar. Lo difícil es que siempre se acierte y eso es algo en lo que Armstrong nunca ha fallado. No hay que engañarse. La táctica y la estrategia funcionan si se tiene capacidad, piernas y pulmones para hacer lo que se pretende. Armstrong lleva siete años sin cometer un fallo. Es tanto tiempo que parece una eternidad.