Diario de León

LUCHA LEONESA 2000

Esencia y raíces leonesas

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MARRO
León

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SUCEDE a propósito de la cultura y la civilización del ocio, y a otros propósitos, que el político cazurro arranque con el gastado chascarrillo de que «León se inscribe en el marco de...»; sí, del furgón de cola de las preocupaciones sociales. Y, en cierto modo, de calidad de vida. Pensamos que algo tendría que aportar nuestra lucha leonesa al empeño. Cuando menos, y a falta de aportaciones concretas por el momento, el empeño alguna reflexión colateral sí que nos sugiere. Algunas disgresiones. «Pelota vasca. Pelota y vasca: término casi sinónimos. El deporte como círculo funcional biológico es sustancial para comprender al País Vasco» (Julio Caro Baroja). Mantengan el párrafo y sustituyan lo de pelota vasca por lucha leonesa. Aparte de la asimilación de deporte «como círculo funcional biológico», según la lúcida terminología de Caro Baroja -fina sensibilidad y profundidad investigadora de antropólogo- ¿no son también casi sinónimas las dos palabras que integran la denominación de lucha leonesa? ¿Es o no consustancial nuestra lucha con el sentido común, la esencia y la entraña misma leonesa? Y no tanto por el cultivo de la fuerza física, por el vigor corporal, como por las posibilidades y vicisitudes imaginativas, de vivencia íntima... incluso de plenitud cuando un luchador impulsa y otro luchador se eleva. Con el factor añadido de la -digamos- naturaleza. Cuentan que una vez le preguntaron a Dionisio de Azkue sobre los elementos que forjaban la raza. «Dunixi, que por encima de todo era un poeta, no se acordó del factor tal, o cual, de la sangre, ni de las veneradas tradiciones, ni de la lengua, ni del folklore... «El paisaje y el viento», contestó. Cuánta ignorancia, cuanto desdén del llamado intelectual hacia el deporte -y no digamos si éste es de origen rural- y hacia su práctica. Todavía no se comprenden en nuestra sociedad las palabras de Schiller: «El hombre es hombre completo cuando juega y disputa». Versus, cuando compite. Y aún es más triste si cabe cuando lo que era en cuestión, lo que se cuestiona en definitiva, es el valor de la educación como persona; la formación del ciudadano, la cultura y la realización de un pueblo como tal. Su autorrealización, en suma. Esencia leonesa. Nuestra lucha, y de nuevo reivindicamos su apellido, debiera ser para nosotros los leoneses algo más que un deporte. Alma y esencia misma del ser leonés. «Al luchador le hace el correr monótono del arado en la ribera y el silbido estridente de la guadaña en la montaña», en una cita de Ángel Tejerina que recoge en su libro costumbrista Fidel González Lago. Recuerden, «el paisaje y el viento». Porque la raíz de nuestra lucha es cien por cien leonesa. Y nuestra lucha nunca se podrá desligar de le-o-ne-sa : su feliz complemento leonés. Salvador de Madariaga dejó escrito que «Asturias es el más universal de los reinos españoles, porque, mientras otros como Cataluña, quieren parecerse a Europa, Asturias quiere seguir pareciéndose a sí misma». También aquí sustituyan lo de Asturias por León y comprobarán qué bien suena. Raíces leonesas. Ya saben, raíz popular y proyección de futuro. Rematemos hoy las palabras de Caro Baroja, enlazando raíces y modernidad, orígenes y expectativas, sirviéndonos de nuestro Juan Pedro Aparicio: «La cultura popular no es solamente nuestro pasado sino también nuestro futuro». Y el intelectual -también el leonés- ha de permanecer al lado de su Pueblo y de su historia; de su futuro. Se trata, en suma, de conocer y divulgar este legado histórico. Más surge inevitable la amargura del desencanto también en palabras de Aparicio: «Pero es que hay algo que el resto de España considere que es específicamente leonés?». Y ya que hoy nos ha aflorado la vena erudita de las citas y la bibliografía de libros y autores, en clave de sacudimiento de conciencias e igualmente sincronizadas con nuestra lucha le-o-ne-sa , dos sentencias populares harto conocidas: «El pueblo que no conoce las raíces de su historia está condenado a repetirla» y sobre todo «El árbol que carece de raíces se lo acaba llevando el viento».

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