Diario de León

Bekele logra con holgura su segundo título mundial con un final explosivo

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Fernando Miñana - helsinki
León

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Bekele, claro. Era una de las apuestas más seguras. Kenenisa Bekele era el favorito de los favoritos y no falló. El etíope se apuntó su segundo título mundial y el tercero de tronío en la pista (París'03, Atenas'04 y Helsinki'05). El nuevo rey del fondo se puso delante del enjambre de africanos en la última vuelta y aplicó su final. Nadie puede correr tan rápido los últimos 400. De ahí su cara de naturalidad tras cruzar la meta (27:08.33) por delante de su compatriota Sileshi Sihine. Su primera reacción fue girarse, ver la camiseta del tercero. Pero no hubo pleno, como sí hicieron sus compatriotas en la otra final de los 10.000, porque el bronce fue para el keniano Moses Mosop. El tercer etíope cayó hasta el séptimo puesto. Normal. Negera hizo el trabajo sucio en los primeros kilómetros. El inicial fue el más lento. Pero luego fueron bajando un segundo cada 1.000 metros. Hasta que asomó Bekele. Entonces el parcial se consumió hasta 2.39, que ya es correr. Pero la selección no surtía efecto. Sólo se descolgaron algunos ilustres, como el keniano Kamathi (campeón en Edmonton'01) y el etíope Gebremarian. Pero aguantaban demasiados y el ritmo decayó. Bekele decidió retrasar la estocada. El triunfo de Kenenisa Bekele le acerca un poco más a su inspirador, Haile Gebrselassie, que ganó cuatro campeonatos del mundo. Aunque la verdadera grandeza del nuevo talento etíope será cuando encuentre a su Paul Tergat, el keniano que forzó al gran Gebrselassie a extraer lo mejor de su privilegiado cuerpo, que le llevó a no relajarse nunca, que le obligó a cruzar el umbral del dolor en más de una ocasión. El número de títulos no es lo único. La forma de atraparlos también es sustancial. Aunque tenía una vía para engrandecer su figura: doblar y disputar los 5.000. Pero no lo va a hacer. Su representante, el holandés Jos Hermens, lo explicaba después del éxito de Bekele. «Su decisión es no correr».

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