Finlandia se queda sin metal en jabalina, la prueba reina en el país anfitrión

La jabalina es la prueba reina en Finlandia. Más aún que los 1.500 para los españoles. Es el no va más. El estadio olímpico se llenó hasta el último recoveco. 40.000 personas. No cabía ni un alma. En la entrada al coliseo merodeaba la gente pidiendo entradas. Funcionó hasta la reventa. Este era su gran día. Y este era el gran día del finlandés Tero Pitkämäki, el orgullo de la nación, quien debía coronarse en Helsinki a sus 22 años. Se presentaba con la mejor marca mundial del año (91.53), la sexta de todos los tiempos. Todo cuadraba. Pero este estudiante de ingeniera eléctrica se quedó sin corriente. Y sin medallas. Pitkämäki se quedó a más de diez metros de su registro. Sus rivales no perdonaron. El ruso Sergey Makarov, la principal amenaza en la fiesta local, hijo de un medallista de plata en los Juegos de Moscú, marido de la plusmarquista rusa, iba el primero. Parecía que ponía rumbo a su segundo título consecutivo. Pero entonces salieron dos látigos que no habían sido invitados al festejo: el noruego Andreas Thorkildsen, coetáneo del finlandés, que se llevó la plata con un lanzamiento de 86,18, y el estonio Andrus Värnik, el único que estuvo realmente cerca de su marca, un éxito que tuvo un premio de oro gracias a ese tiro de 87,17. Makarov cayó hasta la tercera plaza (83,54).