Petacchi repite en un lugar de la Mancha llamado Argamasilla

La Mancha ya tiene un nuevo rey, el italiano Alessandro Petacchi. El ganador de la cuarta etapa de la Vuelta a España no tiene ningún rival que le inquiete. En Argamansilla de Alba, una localidad de 7.000 habitantes, sumaba su segunda victoria consecutiva, por delante del noruego Thor Hushvod, el maillot verde del último Tour de Francia. A Zabel le tocó en esta ocasión ser tercero en una recta enormemente amplia, en una etapa de esas de consumo, aunque era la más larga de toda la carrera. Finalizaba en una localidad en la que el sol caía como plomo y en la que nada más entrar rezaba un cartel que decía: «En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no me quiero acordar...». Polvo y sol se juntaban con el calor humano que le están dispensando a la Vuelta los aficionados. Una ronda que sigue manteniendo a sus principales favoritos perdidos en el pelotón, sin aparecer. La Vuelta a España es para ellos, en las cuatro etapas que llevamos disputadas, una prueba en la que hay que estar, sin dejarse ver, sin perder segundos y sin que nadie conozca realmente el verdadero valor de nadie. 232 kilómetros, una distancia que ya no se lleva en el ciclismo, aunque la verdad sea dicha, en este deporte ya no se empieza a llevar casi nada, la holganza del grupo sólo se podía perdonar por la temperatura, 42 grados, más suave que la que nos acompañó en Puertollano. Mientras, Petacchi le demostraba al seleccionador italiano, Franco Ballerini, que la selección para el mundial debe de girar en torno a él, con dos o tres hombres de su confianza. Los Heras, Mancebo, Aitor González, Sastre, Casero y Menchov cubrían kilómetros, sin ninguna pretensión. Su primer momento llegará mañana, en Valdelinares. Llevamos dos días en la Ruta de Don Quijote, recorriendo unos lugares que ahora están surcados por autovías, donde se ven vestigios de la novela de Miguel de Cervantes. Quien estuvo preso en esta localidad, en las Cuevas de Medrano. Los Rocinantes actuales tienen cuatro ruedas, en su gran mayoría, salvo las máquinas de los ciclistas, que llevan dos. No se acabaría de ubicar Don Quijote en los tiempos que vivimos. Terminará el periplo cervantino en Alcazar de San Juan, que reivindica el nacimiento del escritor, salida de una etapa que llevará esta Vuelta a España hacia otro terreno más decisivo, en el que la carrera se moverá en otra dinámica. Petacchi está diseñando la ruta en bicicleta. De los favoritos sólo se sabe que están en la carrera y el tiempo que perdieron en la contrarreloj de Granada. En 582 kilómetros tampoco se puede pedir mucho más. Petacchi explicaba que Sacchi, Ongarato y Trenti hicieron bien su trabajo. «Cuando salió Ongarato llegó Trenti. El último relevo lo tenía que hacer Marco Velo. Me dejó a 200 metros. Salí bien, pero tuve que remontar a Steels y lo hice sin problemas. No era el momento para atacar, pero tampoco podía esperar. Velo estaba un poco cansado y no pudo dejarme más cerca», señaló el ganador de las dos últimas etapas. Petacchi no recriminó el trabajo de su compañero. Nunca ha criticado en público a sus gregarios. Sería injusto hacerlo con hombres que se juegan la vida a una velocidad de locos, tirando a muerte en unas distancias muy medidas, en las que es fácil equivocarse. Simplemente explicó que se quedó más lejos de su punto ideal de arrancada. Le faltaron 50 metros para atacar desde su distancia ideal. Da lo mismo. En estos momentos es más rápido que Hushovd, Zabel o Boonen.