Quien da primero...

EN EL sabio refranero hay dichos para todos los gustos, aplicables a una misma situación. Tal vez porque entre ellos tiene carta de resignación el que reza: «quien no se consuela es porque no quiere». La victoria de la Ponferradina sobre la Cultural, encuentra lógica practicidad en el que sirve como ejemplo al vencedor y hemos elegido para titular esta columna: quien da primero, da dos veces. A sensu contrario queda el consuelo de aquel padre de familia que no quería ver a sus hijos con buenos principios. La evidencia no sabe, no quiere saber, de refranes y toma el camino recto de la realidad. La Deportiva venció, en buena lid, a la Cultural en el derbi. Y aunque fuera por diferencia mínima, rubricó con el triunfo de superioridad demostrada en la temporada anterior. En ella se clasificó, con todo merecimiento, para jugar la fase de ascenso, hito importante alcanzado por el Club berciano bajo la dirección técnica de Miguel Ángel Tomé, el domingo en el banco de la Cultural como director. Alguien me ha susurrado al oído: lo que va de ayer a hoy... La importancia de la victoria y de la derrota tiene un muy largo recorrido para ser demostrada. Es el primer partido de Liga, quedan treinta y siete por disputar, y sólo al final se puede hacer balance. Ahora bien yo siempre me he apuntado al refrán que reza: quién da primero... Victoria material y moral, a un tiempo, con incidencia muy directa sobre los aficionados de uno y otro equipo, entre otras consideraciones los bercianos se pueden sentir satisfechos del triunfo que orilla, en el rincón de los malos recuerdos, la eliminación de la Copa, por la forma y manera en que se produjo. Para los culturalistas afirma, al menos de momento, el desencanto de la contundente derrota sufrida una semana antes, frente al Alavés. Por cierto, el Alavés, con su empate frente al Barcelona, mostró y demostró tener un equipo muy «apañado». Una incidencia negativa en el banco culturalista. Terminó el partido con diez jugadores, por expulsión del defensa Vojvoda. Mal síntoma y perniciosa tendencia que fue enfermedad crónica durante la anterior temporada. Las tarjetas admonitorias, para las que los jugadores blancos parecen tener un particular pararrayos para atraerlas. Un mal que debe ser, o al menos procurar que sea, erradicado.