Diario de León

La Deportiva encuentra por fin el equilibrio que buscaba en la zaga

Los bercianos asustaron de salida a los cachorros pero el empate puede considerarse justo

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Ramón Díez - enviado especial | bilbao
León

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La Sociedad Deportiva Ponferradina logró una meritoria y trabajada igualada frente a uno de los equipos que, por potencial de su plantilla, está llamado a pelear por una de las primeras posiciones del grupo esta temporada. Los blanquiazules empezaron el encuentro con mucha intensidad y dejaron pronto muestras de la indudable calidad que tienen muchos de sus futbolistas, entre los cuales destacó Rubén Vega una vez más, que está en un momento dulce en estos inicios de la temporada. También Fran dejó su impronta en el arranque del partido, combinando con el maragato en algunas acciones de méritos que pese a su belleza plástica no concluyeron felizmente para los intereses de su equipo. Brasi por la izquierda sacó algún centro peligroso que no encontró rematador y el centro del campo integrado por Úriz y Gorka se adueñó de la parcela central en esta primera fase. Pero la auténtica noticia en esta ocasión estuvo en la sensible mejoría experimentada por la línea defensiva. Si en los primeros compases de la temporada, e incluso durante los amistosos del verano, se detectaban indecisiones en la zaga que a la postre han costado algunos puntos, ayer los cuatro hombres que puso en liza Pichi Lucas dieron una auténtica lección de sobriedad, especialmente durante la primera mitad. Les sobraron quizá los primeros instantes del segundo tiempo, cuando los cachorros pusieron cerco al marco de Rubio en un par de ocasiones, encontrándose con la fenomenal respuesta del madrileño que para eso está. Esta Ponferradina ya se pareció más a la del año pasado y nadie se acordó de la baja de Bornes porque Soto estuvo inconmensurable hasta que una sobrecarga en los abductores le obligó a pedir el relevo. A su lado, Alberto tampoco dio tregua a sus rivales, mientras que Toñín y Asier cerraron bien las bandas. La pena fue que éste último sufrió un pisotón por parte de un rival en su propio pie y para más inri luego recibió un «bocadillo» en el muslo que le hizo acabar el partido renqueante porque Pichi había realizado ya los tres cambios. Y es curioso porque posiblemente por esa circunstancia la Ponferradina no ganó ayer en Lezama. Se disputaban los últimos minutos cuando los bercianos botaron un saque de esquina y el propio Asier, que estaba en esos momentos ya de «palomero» porque no podía casi ni andar, se encontró con un balón franco en el segundo palo al que no llegó por milímetros con la cabeza. Daba la impresión de que si hubiera estado bien físicamente, el balón habría acabado en la red de Alcalde. Una pena. El caso es que los blanquiazules dominaron en los primeros minutos del partido y suya fue la primera parte. Nada más empezar, una buena combinación entre Brasi y Rubén Vega concluyó con un remate forzado del primero que se perdió por muy poco. Luego fue el local De Paula (hermano del jugador de la Real Sociedad) el que probó a Rubio desde lejos. El meta respondió bien y ayer por fin ha logrado acabar imbatido, algo que no ocurría desde el partido copero ante el Portugalete en tierras vascas. Sólo faltaba la guinda del gol El dominio berciano se intensificó y los cachorros sufrían para mantener su marco incólume. Fran marcó un golazo el año pasado en Lezama y ayer volvió a probar suerte, pero su remate raso lo atajó bien Alcalde. A renglón seguido, el mejor jugador visitante, Rubén Vega, protagonizó otra espectacular acción personal por banda izquierda que concluyó con cesión a Úriz para que éste enviara desviado desde la frontal. Se intuía el gol pero no llegó. La Deportiva fue perdiendo gas a medida que se acercaba el descanso. Tras el mismo apretaron los de Sarriugarte y Rubio tuvo que salvar in extremis ante Sergio Hernández en la mejor ocasión local. Lo peor fueron las lesiones de Soto y Asier en la segunda parte, aunque el doctor confía en recuperarlos para el domingo. El vasco pudo anotar al final el llamado «gol del cojo» pero le faltaron fuerzas para cabecear.

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