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Laboriosa victoria en el estreno Stranovsky, la perla de la corona

El Ademar, que aún no ha superado sus problemas en el ataque estático, impuso su físico y su amplitud de banquillo ante un Algeciras que llegó en la reserva a la recta final

Castresana en uno de sus habituales movimientos en el pivote lanza a la puerta de Torrego

Publicado por
Georgino Fernández - león
León

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El Ademar no suele mostrar su mejor cara en el estreno liguero. Ya le sucedió el año pasado -también en casa- cuando se enfrentó al Teucro y sudó tinta para ganar y le volvió a pasar algo parecido en la jornada de ayer. Tuvo al Algeciras contra las cuerdas desde el principio pero no lo remató y permitió que los andaluces se metieran de nuevo en el partido, Los de Francisco Ávila llegaron a ponerse a sólo dos goles de los leoneses mediada la segunda parte pero en los últimos diez minutos el cansancio les pasó factura. Y es que el Algeciras tiene un aceptable siete inicial y un banquillo semivacío. La consecuencia es que los siete que inician el partido, lo terminan y tienen además que bregar en ataque y en defensa. Y eso es demasiado. «La gran diferencia es que el Ademar puede correr los sesenta minutos y nosotros cuarenta». Esta frase la dijo al final del choque el ex ademarista Stian Vatne y resume en buena medida lo que ayer se vio sobre el nuevo parqué del Palacio de Deportes. Y es que en lo físico el equipo está muy fuerte en líneas generales. Corre y llega al final con la intensidad de los minutos iniciales. Otra cosa es el ataque estático. No está todavía lo fino que sería menester y así lo reconocía ayer el propio Raúl Entrerríos. «Pese a mis cinco goles no estoy satisfecho, creo que no he sido capaz de dirigir bien al equipo y que hemos estado muy atascados». En defensa -especialmente por el centro- sí se ha progresado. No es un muro -el pivote algecireño Beuchler lo demostró con los cinco goles que llevaron su firma- pero se ve a Laluska más integrado con Viran Morros y los pivotes y al cubano Ivo Díaz dando muestras de su agresividad y de su capacidad de anticipación. En los 23 primeros minutos de juego, el Algeciras sólo había hecho seis goles. En cualquier caso, el inicio del partido no hizo pensar en que el Ademar tendría que trabajarse en serio la victoria. En los cinco primeros minutos un 5-0 en el marcador hacía pensar en un monólogo de los leoneses durante todo el partido. Cada ataque marista terminaba en la red Torrego. Y lo hacían por todos los sitios. Un motivado Héctor Castresana se revuelve y marca desde el pivote. Laluska desde el lateral, Stranovsky por el extremo. En esos momentos, el principal argumento ofensivo del Algeciras era Stian Vatne -quien lo diría- que acabó con tres tantos. En el Ademar, sobre todo en el arranque inicial, Kristian Kjelling demostraba que su muñeca sigue siendo letal. Sus cuatro primeros lanzamientos, inapelables. Sí se echaron en falta en la primera mitad -y en el resto del partido también- los contraataques marca de la casa. En los primeros treinta minutos sólo se hizo uno que, curiosamente, lo llevó y lo culminó como un rayo el pivote Manolo Colón y en el segundo periodo otros dos que transformaron Krivoschlykov y Stranovsky. Tal vez demasiado poco para un apartado del juego que siempre ha sido una seña de identidad leonesa. Sin embargo, como apuntó el técnico los contrataques por lo general vienen precedidos de cortes en defensa y ayer no se interceptaron demasiados balones. En todo caso, el Ademar se fue al descanso con una cómoda renta de cuatro goles: 14-10. Colón, que se movió con acierto entre la defensa rival, Stranovsky y Kjelling fueron los mejores en este periodo. Entre los tres sumaron diez tantos. En la segunda, el Ademar pasó una fase muy espesa en ataque que se complicó aún más cuando el equipo andaluz intensificó su defensa y jugaron más duro. La cómoda renta empezó a menguar y en el minuto catorce estaban a dos de diferencia: 19-17. La afición, un tanto fría en el estreno despierta y comienza a animar con más brío. El equipo también echa mano del carácter. Dos penaltis seguidos transformados por Roberto García vuelven a ampliar el margen. Sin embargo, el Algeciras sigue ahí. A falta de diez minutos para el final sólo está a tres tantos de los leoneses. Pero pasó lo que tenía que pasar. En la recta final se les encendió el piloto de la reserva. Las piernas empezaron a pesar. El Ademar impone su físico y su velocidad y se marcha de nuevo. 31-24 al final, demasiado margen para lo que se vio en la pista. Una victoria gris y trabajada para empezar pero victoria al fin y al cabo. Y eso es lo que más importa en el debut. Hace algunos meses, si su nombre hubiese estado en una casa de apuestas inglesa, casi nadie habría dado un penique por su pellejo. Sólo 19 años y el reto de tener que venir a León a ocupar el puesto que dejó vacante Juanín García; un jugador que era -y todavía es para muchos - algo más que un jugador de balonmano. Sin embargo, tras lo visto en la pretemporada y lo vislumbrado ayer sus opciones han crecido enteros. Esa misma casa de apuestas lo tendría ahora, sin duda alguna, entre sus valores mas cotizados. Es el eslovaco Martin Stranovsky. Fue el máximo goleador del equipo con siete tantos y es puro espectáculo en cada acción que protagoniza. Cada vez que entra por el extremo su salto es terrorífico y suspendido en el aire es capaz de elegir la mejor opción para que el portero no llegue. Hace unos meses, el que fuese segundo de Manolo Cadenas lo afirmaba convencido: «Es espectacular». No mentía ni exageraba en absoluto. Lubomir Orosz,un directivo de un equipo eslovaco con el que hablé el pasado verano afirmaba sin rubor: «Es el jugador con más proyección del país». Ahora es la nueva perla de la corona ademarista.