Luis zanja la polémica entre Vicente y Puyol a base de mentirijillas

Aunque ninguno de los dos protagonistas quiso dar la cara en la víspera del extraño partido de San Marino y mucho menos fotografiarse en actitud amistosa, tanto el seleccionador nacional como los pocos jugadores que hablaron trataron de quitar hierro a la pelea que sostuvieron Puyol y Vicente, el martes en Las Rozas. Vinieron a decir que son broncas normales en todos los trabajos, si bien no se recuerda algo semejante en la historia televisada y gráfica del equipo nacional. Con gesto serio y actitud esquiva, el valencianista Vicente entró como una flecha en la terminal 2 del aeropuerto de Barajas, en torno a las 9:45 horas. Fue el primero en recoger su tarjeta de embarque, en eludir a los periodistas y en esperar la salida del vuelo hacia Rímini en la puerta 73. Sólo conversó con sus cinco compañeros del Valencia presentes en esta convocatoria y sentados a su lado haciendo piña: Albelda, quien debía comparecer este martes ante los medios y no lo hizo, Marchena, Baraja, Mista y Villa. Minutos más tarde entraría Puyol, flanqueado por su íntimo amigo De la Peña, con los cascos de un MP3 en sus orejas y haciéndose el sordo ante los requerimientos de los informadores. Uno a uno, todos los jugadores fueron pasando los trámites del viaje sin decir en ese momento ni pío sobre lo acaecido. Poco después se supo que era una norma impuesta por Luis Aragonés, quien exigió no hablar a nadie hasta que, supuestamente, él zanjase el tema. Enredo del Sabio Con las prisas lógicas por la inminente salida del vuelo, el Sabio de Hortaleza ofreció sus explicaciones en la sala de prensa habilitada en la zona de negocios del aeropuerto. Reiteró que se trata de un «incidente normal», pero se enredó con alguna mentirijilla. Primero aseguró que Puyol y Vicente se habían abrazado en el vestuario de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, pero, ante la insistencia de las preguntas, luego reconoció que no lo hicieron, pero que sí hablaron y aclararon lo sucedido con «nobleza». «Todo el mundo quiere ganar, hubo una disputa de balón, un pequeño choque, empujones, nada que afectase al grupo. Fue un calentón, nada exagerado, igual que pasa, porque yo lo sé, en cualquier oficina y en las redacciones de los periódicos. No fue tan fuerte como para tomar una determinación. Luego hablé con ellos y se abrazaron al entrar en el vestuario», explicó Luis en un primer momento. Luis evitó parar el partidillo de entrenamiento y reprender a sus hombres en el mismo césped -sobre la marcha sólo dijo «eso no Puyol, eso no»-, precisamente para evitar dar más bombo al asunto del día y de la concentración. «Hablé donde debía. En el centro del campo sólo hubiera generado más espectáculo en un asunto sin más importancia», detalló el seleccionador nacional español.