Diario de León

Canteras de pizarra y sequía amenazan el lago de La Baña

Las últimas lluvias aliviarán, aunque no resolverán tan alarmante situación

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Pedro Vizcay - león
León

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La situación extrema en que se encuentra el lago de La Baña, uno de los pocos lagos de origen glaciar existentes en Castilla y León, ha sembrado la inquietud en el mundo de la pesca, ya que allí se encuentra una especie endémica de trucha común genuina de este humedal catalogado y protegido. Las causas que están reduciendo la lámina del agua hasta una situación límite habría que buscarlas, en opinión del responsable de la Sección de Pesca, Javier Sancho, no tanto en la extrema sequía que se viene padeciendo como en la actividad de extracción de pizarra que soporta la zona, especialmente la explotación más cercana que ha excavado un talud de más de treinta metros por debajo del nivel del agua. Basa esta afirmación en la similitud existente con el lago de truchillas, de parecida estructura geológica, y que comparativamente no ha perdido la misma proporción de agua, pese a padecer la misma sequía. El lago en cuestión es el típico ejemplo del glaciarismo de finales del terciario en la montaña leonesa. Puede apreciarse perfectamente el circo, que al fundirse el glaciar fue ocupado por el agua, y el frente donde se han ido depositando las morrenas terminales formadas por bloques de pizarra y cuarcita que cierran el valle. Este tipo de glaciar carece de lengua al estar situado por debajo de los 2.000 metros. Es bien conocido que el río Cabrera nace en el sumidero del lago. Un movimiento de tierras y rocas desproporcionado puede alterar el equilibrio de dicho sumidero hasta vaciar el vaso, especialmente en un año tan seco como el que venimos sufriendo. La solución se presenta harto difícil en una zona donde se ha roto el equilibrio ecológico al no respetarse el desarrollo sostenible. Las explotaciones de pizarra, que mantienen casi en exclusiva la actividad económica de la zona, han abierto profundas heridas en el paisaje cabreirés ,hasta el punto de convertirlo en irrecuperable a corto y medio plazo. El propio cauce del río Cabrera ha sido desviado y modificado en varios puntos y los residuos de las escombreras enturbian casi de continuo unas aguas de extraordinaria pureza. Introducir maquinaria pesada en el lecho del lago para profundizarlo podría agravar todavía más la situación, ya que los lodos actúan de tapón por su sedimentación. Hormigonar el fondo sería una peor solución todavía, pues se salvaría el vaso en base a crear una piscina artificial en plena montaña. Ésta es al menos la opinión del responsable de la Sección de Pesca que cuenta a su favor con el conocimiento riguroso de la zona, ya que sus primeros trabajos cuando vino destinado a León en el año 81 se centraron en los estudios de impacto ambiental de las explotaciones a cielo abierto de la comarca. En todo caso ,y según asegura Javier Sancho, «se está llevando a cabo un seguimiento diario para proteger la población truchera y, de acuerdo con las informaciones de la guardería, la situación tiende a mejorar tras las últimas lluvias.

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