Un penalti sentencia el derbi Un esguince de tobillo acaba con Ronaldo en camilla
El Madrid fue muy s uperior y no necesitó emplearse a fondo para imponerse a un pobre rival
Un claro penalti y una expulsión injusta rompieron el derbi y destrozaron al Atlético de Madrid. El Real Madrid fue muy superior y no necesitó emplearse a fondo para imponerse de nuevo a un pobre rival que jugó casi todo el partido con 10. Los rojiblancos se quedaron muy pronto con un jugador menos por una roja excesiva mostrada a Antonio López por un árbitro que quiso ser protagonista. De una manera u otra, el Atleti nunca puede con su bestia negra, y en esta ocasión, cuando se esperaba un derbi igualado y parecía haber opciones de victoria local, un penalti y una polémica roja directa acabaron con el soñado espectáculo. El Madrid encontró así vía libre para derrotar otra vez, y esta vez con poco esfuerzo, a un Atlético que sólo pudo aguantar la primera parte. El penalti y la expulsión fue un golpe durísimo para el Atlético, aunque el Madrid no se aprovechó en la primera parte de su superioridad numérica y técnica. No sólo soportaron los rojiblancos la derrota por la mínima hasta el descanso, sino que hasta la segunda mitad lograron equilibrar el duelo a base de casta, beneficiados también por la actitud de un rival que se sintió excesivamente cómodo y sólo tuvo una ocasión más en todo ese periodo. Pero tarde o temprano el Madrid tendría que sentenciar, porque la roja a Antonio López trastocó por completo al Atlético. Sin otro lateral izquierdo, Petrov, el mejor de su equipo, se dio una paliza atacando y defendiendo, y Maxi se tuvo que marchar de la banda derecha para irse al centro a ayudar a Luccin y Zahínos. Enfrente, Pablo García, deseoso de vengarse del Atlético con la camiseta blanca, se mostró sin embargo poderoso y autoritario, aunque su equipo echó en falta más llegada. Ante un Atlético muy temeroso en el arranque, el Madrid fue muchísimo más ambicioso en esos primeros minutos en los que impuso un altísimo ritmo y a base de toque y movilidad consiguió descentrar a la defensa rojiblanca. Así se encontró muy pronto Raúl tras una pared con Ronaldo con el derribo de Antonio López, y aunque el penalti fue claro, no debió ser expulsado para no romper un partido que a partir de ese instante tomó aún color más blanco por el fútbol desarrollado por unos y otros. Pero aunque el equipo de Luxemburgo se sintió muy superior, no confirmó en el marcador en el primer tiempo su dominio por su falta de profundidad y por no forzar cuando cruzó el medio campo. Pese a que los rojiblancos no tiraron ni una sola vez a puerta en la primera parte, el genial, incansable y guerrillero Petrov metió miedo por la banda, primero a Míchel Salgado, y después, cuando se retiró lesionado, a Diogo. Sin embargo, las internadas y asistencias del búlgaro nunca encontraron a Kezman ni a Torres, peleón pero excesivamente ansioso, chocando una y otra vez ante los defensores madridistas y obligado a jugar más retrasado. Por parte local, Baptista, Raúl y Ronaldo pasaron en la primera mitad casi desapercibidos, pero los delanteros rojiblancos no tuvieron ninguna opción para soñar con el empate antes de irse a vestuarios. El Madrid, que estaba esperando su oportunidad para resolver definitivamente, permitió jugar al Atlético tras el descanso, pero los rojiblancos no tenían creación, Petrov no podía hacerlo todo, y las únicas vías de sorpresa que tenían eran los disparos desde fuera del área. Los blancos no pasaban apuros atrás frente a un rival que se fue desfondando sin remedio, y lo que les faltaba en el centro del campo lo solucionó Luxemburgo al sacar a Guti por un Zidane nulo. Los espacios que estaba dejando el Atlético en defensa no tardarían en ser aprovechados por Guti y Ronaldo, cuya conexión volvió a funcionar. El delantero brasileño acababa de avisar con un disparo seco que iba colocado a la escuadra y se marchó rozando el palo, pero a la segunda, el canterano le puso un balón en largo de los que Ronaldo no perdona. Era lo esperado, y todo quedó decidido cuando aún faltaba media hora.