El Madrid, en su peor versión (3-1)

El Deportivo dio una lección de entrega y de intensidad al Real Madrid. No supo reaccionar ante el empuje de los coruñeses, personalizados en Munitis, que necesitaban la victoria para salir del bache de juego y resultados. Sólo Sergio Ramos, todo pundonor, respondió a los blanquiazules en el enésimo cambio esquemático. El cuadrado mágico pregonado por Luxemburgo, se convirtió en dos líneas de cuatro jugadores y dos delanteros como Robinho y Raúl. Por primera vez en mucho tiempo, el equipo blanco tenía a cuatro centrocampistas en el campo, si se tiene en cuenta la faceta de Helguera como organizador, sepultada hace tiempo. El dibujo blanco estaba claro en el césped coruñés, pero el Madrid no le sacó provecho. Los jugadores se colocaron en el campo. Nada más. No demostraron intensidad, esfuerzo o las mismas ganas que sus contrarios. Estaban como temerosos de dejar las posiciones asignadas por el técnico carioca. Entonces, los agujeros empezaron a agrandarse. El primer socavón en el ataque. La baja de Ronaldo es demasiado dura para este equipo. La falta de referencia en la delantera dio tranquilidad a los jugadores deportivistas y desquició a los blancos. No había nadie en la zona donde se suelta el pelotazo o un balón largo, ya que Raúl y un Robinho (otra vez) ausente bajaban al centro del campo para ayudar a los angustiados Helguera y Pablo García. Los dos se apostaron ahí, sin hacer nada más que mantener la línea y dar gritos, pero sin robar la pelota. El Deportivo, empero, sí salió con el ímpetu deseado. El once de Caparrós ha asumido la garra y la agresvidad de su ardiente entrenador. El mejor exponente fue Munitis. El extremo cántabro hizo lo que quiso por su banda izquierda. Fue el mejor del partido, con una velocidad y una agresividad un punto más que el resto. Munitis resultó vital Apareció en un principio por su costado; después, se desmelenó iéndose a la media punta o al lado contrario. De sus botas salió el gol del canadiense De Guzmán; una acción suya, acabó en el saque de esquina que Juanma introdujo en la portería. Pero el show del cántabro prosiguió todo el partido, apoyando al barrendero Scaloni, espectacular en la recuperación, y al derroche físico del norteamericano. Luxemburgo intentó la revolución heroica con los chavales del Castilla (Balboa y Soldado) y con un nuevo organizador llamado Sergio Ramos. Ninguna de las soluciones sacó al Madrid del atasco. El golazo de Raúl sirvió para maquillar el resultado. Pero es que este Real Madrid parece carente de cualquier espíritu de superación, al menos hasta que regrese el añorado Ronaldo, que visto el rendimiento de los de Luxemburgo en las dos últimas jornadas, cada día parece más indispensable para que funcione el conjunto blanco.