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Un inspirado Plasencia pisotea a un León que se olvidó de defender (89-70)

El rival se fue en el tanteador desde los primeros instantes y no concedió ninguna opción Aranzana: «Habíamos hablado del peligro, no hubo confianza»

Juanjo Bernabé, con un aparatoso vendaje en la cabeza, defiende al local Rodrigo San Miguel

Publicado por
José Luis Bermejo - plasencia
León

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Baloncesto León se estrelló ayer en la pista del Plasencia. Acudía como un líder avalado por una gran defensa y ayer apenas se vio una caricatura de lo que suele ser el equipo de Gustavo Aranzana en la cancha. Fue un partido para olvidar. León en ningún momento dio la auténtica medida de sus posibilidades. Se vio superado de principio a fin por su contrincante. El encuentro estaba virtualmente decidido en el descanso, al que se llegó con 20 puntos de ventaja para los locales. En los dos últimos cuartos los de Aranzana maquillaron ligeramente su imagen y acabaron incluso con el joven Javi Vaca en la cancha. El arranque de partido del equipo plasentino fue espectacular. No se entiende que el conjunto que dirige Dani García sea por su juego uno de los peores de la competición. Anoche mutó en uno de los mejores. Lejos de arredrarse ante el líder, el Plasencia se olvidó de su mala trayectoria y salió dispuesto no sólo a vender cara lo que, sobre el papel, parecía una clara derrota, sino que buscó desde el primer instante el triunfo. Basado en una sólida, intensa y presionante defensa, que no dejaba resquicios, el Plasencia puso muy pronto tierra de por medio en el marcador. Además de la soberbia defensa local, el León quizás saltó al parqué del Pabellón de Plasencia excesivamente confiado. Durante los dos primeros cuartos el equipo leonés no encontró nunca su sitio en la pista. Ni acertaba con el camino hacia la canasta ni en defensa era capaz de detener el alud de juego de los plasentinos. Aranzana se dio pronto cuenta de que las cosas no iban bien. Rápidamente comenzó a cambiar. Entraron Bernabé y Panadero. Pero nada daba resultado. A 6:11 para la finalización del primer cuarto, el electrónico reflejaba un sorprendente 10-3. Es decir, prácticamente en cuatro minutos el León sólo había sido capaz de anotar tres puntos. A medida que avanzaba el encuentro la ventaja local iba en aumento. Si mala era la actuación leonesa en ataque, no le andaba muy a la zaga su defensa, que distaba mucho de ser, como decía la clasificación, la mejor de la categoría. El León daba la impresión de estar bloqueado. Mientras en ataque no era capaz de acertar ni en los lanzamientos de corta, media y larga distancia, ni tampoco de forzar penetraciones, en su zona no podía con el fluido y organizado juego del Plasencia. A 1:03 para el término del primer periodo, la distancia entre locales y visitantes era de 13 puntos (23-10). A todo lo expuesto anteriormente se unían, por si faltaba algo, las numerosas pérdidas de balón del equipo leonés. Al final de los primeros 10 minutos se llegó con 11 tantos de ventaja para el Plasencia (23-12). El comienzo del segundo cuarto no se pareció en nada al primero. No porque el León mejorara, sino porque el Plasencia, no se sabe muy bien si porque se contagió del mal juego de su adversario, pero lo cierto es que hubo que esperar tres minutos para lograr la primera canasta del partido. Pero el cuadro leonés no supo aprovechar entonces el desacierto local para recortar la diferencia. Por eso, en cuanto el Plasencia Galco se asentó y volvió a recuperar el nivel del periodo anterior, su ventaja volvió a incrementarse de forma paulatina. Aranzana, desesperado, seguía intentándolo de todas las maneras. No cesó de mover el banquillo, pero ninguno de los quintentos que dispuso en la cancha mejoraba las prestaciones ni la imagen. El técnico del conjunto leonés probó incluso con la zona. A pesar de que ésta suele atragantársele al Plasencia Galco, en esta ocasión no dio el fruto pretendido por Aranzana. Rodrigo San Miguel la rompió a base de lanzamientos desde más allá de la línea de tres puntos. A 3:44 para el descanso el equipo plasentino doblaba a su contrincante (32-16). Cuando faltaban 33 segundos para que la bocina señalara el camino de los vestuarios, el Plasencia seguía doblando al León, pero la diferencia había crecido hasta los 21 puntos (42-21), que bajó a los 20 tras un triple final de Panadero (44-24). Virtualmente resuelta la confrontación, el segundo tiempo no tuvo absolutamente nada que ver con el primero. La defensa del Plasencia bajó su intensidad, lo que permitió al León mejorar el porcentaje de sus tiros. Prácticamente dobló en cada uno de los dos últimos periodos su anotación anterior. Se la jugó en los triples y merced al buen acierto sobre todo de Panadero el resultado final no fue lo escandaloso que podría haber sido de haber seguido el choque por los mismos derroteros de la primera parte.