Diario de León

La Deportiva ganó en el campo y su afición se impuso en la grada

Un millar de bercianos se dejaron notar en la zona de preferencia, favorecidos por el guión

Un aficionado culturalista protesta una decisión del colegiado gallego

Un aficionado culturalista protesta una decisión del colegiado gallego

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Ramón Díez - león
León

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El derbi tiene su epicentro sobre la hierba y es ahí donde quedará escrita la historia de esta confrontación. Pero un partido de la máxima rivalidad provincial no puede sustraerse a todo el ambiente que rodea el acto deportivo. Las aficiones también juegan, aunque sea desde las gradas, protagonizando su derbi particular que merece el análisis detallado para elaborar un balance completo de lo vivido ayer. Y si bien es complicado calibrar quién se distingue en mayor medida a la hora de empujar a sus jugadores, parece claro que ayer fueron los bercianos quienes salieron vencedores en ese particular duelo. Está claro que es siempre el partido un termómetro que hace subir o bajar los decibelios, en función de por dónde discurra la pelota. Y ayer, la Deportiva acertó a batir el marco de Aulestia mientras que los blancos probaron menos a Rubio y, desde luego, nunca pudieron superarle. Por esa razón puede considerarse que la afición berciana superó a sus oponentes, favorecidos por el propio desarrollo de los acontecimientos. Tampoco ayuda mucho entre el grupo de los seguidores locales la «deserción» del Frente Leonés, cuya testimonial presencia se limita a las enseñas emplazadas en el fondo sur. Con todo, el grupo más nutrido de la hinchada capitalina, se situó en la zona lateral izquierda de tribuna, compuesto por la gente de «León Rampante» y los fieles seguidores de «Toribio Morán». Ellos pusieron el mayor colorido cuando los jugadores saltaron a la cancha. Fue una pena para la Cultural que ayer la pólvora fuera más certera en la grada que en el césped. El grupo femenino que también ocupa lugares de tribuna, pero en la parte derecha, y que responden al nombre de «Antonio Amilivia» siempre dejaron su impronta. Sin embargo, por encima quedaron el millar de gargantas ubicadas en preferencia, mayoritariamente blanquiazul. Allí se ubicaron el grupo más veterano de seguidores ponferradinos «Frente Norte», compartiendo localidades con «Skandalo Blanquiazul», la «Peña Sotanga» y el cada día más nutrido sector de «Elegancia Blanquiazul». Como suele ser habitual, hubo cánticos para todos los gustos, pero volvieron a prevalecer dos clásicos que se están haciendo casi tediosos por su ausencia de originalidad y su carácter ofensivo. En la capital de la provincia causa bastante hastío aquello de «puta León y puta Cultural». Tampoco se muestran especialmente ocurrentes los del otro lado del Manzanal, cuando respondieron como una orquesta bien sincronizada el típico «paletos... paletos...». Está claro que debe existir rivalidad entre las aficiones, es incluso necesario para mantener la buena tradición de una batalla que no acabará jamás. Pero de ahí al insulto chabacano media un abismo y todos, los de aquí y los de allá, deberían reflexionar.

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