La inapelable victoria ante el Plasencia afianza a Baloncesto León en el liderato
León consigue su sexta victoria consecutiva al no descentrarse por el pésimo arbitraje
Baloncesto León sumó ayer su sexta victoria consecutiva y lo hizo en un partido con mucho mérito de sus jugadores. El rival, el Plasencia, es uno de esos equipos capaces de amargarle la noche a cualquiera, con una buena plantilla que no termina de funcionar y al que nunca había ganado León en el Palacio de Deportes, tras dos visitas de los extremeños en las últimas temporadas. Además a León le tocó ayer remar contracorriente, con un arbitraje de esos tan desquiciantes que a un equipo menos experto le habría costado sin duda el partido, porque los jugadores tuvieron que hacer un verdadero ejercicio de paciencia para no llegar a las técnicas y para centrarse en lo suyo, el juego. Aranzana lo ha advertido en varias ocasiones. Los rivales de abajo saben que para ganar en el Palacio de Deportes es necesario un partido extraño y el de ayer lo fue gracias al papel de los colegiados. El arranque ya fue un poco sorprendente. León salió con un instinto asesino y logró un parcial de 12-0, tras dos triples de Bulfoni, que allanaba y mucho el camino. Aranzana había otorgado su confianza a Martín Ferrer, que regresaba después de mucho tiempo a un quinteto inicial con el objetivo de frenar al estadounidense James Forrest. El capitán jugó ayer más de 22 minutos y aportó mucho en ataque y en defensa al equipo. En el ecuador del primer cuarto las cosas cambiaron radicalmente. Los dos equipos iniciaron las rotaciones y mientras el Plasencia conseguía la solidez que aún no había demostrado a León se le resquebrajaron tanto las ideas en ataque como el rigor en defensa. Y esa situación llevó a que de un 20-6 se pasase a un 20-20 al final de los primeros diez minutos, con Forrest y Barceló anotando con extrema comodidad. Los árbitros ya habían dejado alguna perla y el recital del segundo cuarto fue más que lamentable. Los errores y graves se sucedieron, y la grada se fue calentando, porque la prueba más palpable era el balance personales. En el descanso se alcanzó un máximo de 15-4, algo más que increíble si se tiene en cuenta quién remaba contracorriente sobre la cancha. Este segundo cuarto arrancó con un Plasencia crecido, que aprovechaba los errores de León para anotar con velocidad, y que incluso llegó a ponerse una vez arriba (30-31) gracias a las tres faltas casi consecutivas que le fueron señaladas de Mike Higgins. Y es que ese recital de faltas también desequilibraba y mucho los tiros libres: León había tirado al descanso 2 y el Plasencia 13, pero al final el balance era de 22 a 34. El marcador reflejaba un 42-39 cuando los equipos se fueron al vestuario que era todo un mal menor teniendo en cuenta lo que pasaba sobre la pista, y que fue abiertamente premiado por la grada con una sonora silbada a los colegiados. El arranque del tercer cuarto fue determinante. León repitió lo que había conseguido en el inicio del partido y volvió a irse diez puntos arriba (54-44) de forma rápida. El equipo no necesitaba mucho más que un arbitraje normal para ganar con solvencia el partido y en este tercer cuarto las cosas se normalizaron y también lo hizo el resultado, como era de esperar. Dos triples de Bernabé y varias acciones de los estadounidenses fueron suficiente para que el Plasencia fuese a menos. León defendía bien y Mills explotaba sus dotes de atletas para impulsar un parcial de 10-0 para los locales (61-44). El base francés Dumas también estaba más suelto en ataque y ayer dejó detalles que la grada apreció calurosamente, como el último balón del tercer cuarto, que corrió por toda la pista para anotar sobre la bocina y dejar el resultado en un 70-54 que parecía definitivo. El último cuarto lo abrió Barry lanzado dos tiros libres por la técnica que le señalaron los árbitros al entrenador visitante Dani García por sus protestas. Y en la jugada siguiente Higgins vio como le señalaban la quinta falta. En un partido tan claro parece que los colegiados querían complicarse la vida y eso es lo que hicieron con todo un recital de desatinos que incluso hicieron aflorar los pañuelos en la grada. Las faltas del Plasencia eran ovacionadas desde una grada, que al final decidió divertirse y tras hacer la ola coreó las canciones de la peña El Tambor como hacía tiempo. Tanta mala leche fue descargada por la afición con un nivel de entrega con el equipo realmente importante. Los últimos minutos sirvieron para dejar detalles para el recuerdo. Los jugadores fueron rotando para que la grada premiase su esfuerzo y el público premió especialmente las acciones del joven Franco Rocchia, que ayer manchó la estadística con cuatro puntos, un rebote ofensivo, dos recuperaciones, un tapón que le robaron desde la mesa y un mate que consiguió tras robar el balón y cruzar la pista él solito. También Dumas ofreció otra jugada de auténtico lujo para ilusionar a una grada que está citada de nuevo el próximo domingo con la visita del Tenerife al Palacio. Por en medio León deberá acudir el miércoles a Tarragona.