La Deportiva aleja al quinto a siete puntos tras derrotar al Zamora

Victoria muy importante para la Ponferradina en su afán por acercarse un poco más a la promoción poniendo tierra de por medio con sus más inmediatos perseguidores. Y lo cierto es que no tenía muy buena pinta el encuentro de ayer ante el Zamora porque cuando se había disputado media hora no se atisbaban demasiadas opciones de victoria para los locales. Resulta lógico hasta cierto punto porque enfrente estaba un equipo dirigido por Raúl González y eso ya se sabe que es sinónimo de problemas para los bercianos. Sin embargo, en esta ocasión entró en juego un factor sorpresa, inesperado para todo el mundo. Ramón Pereira, que se ganó la titularidad después del buen trabajo realizado en Sarón, recibió un pase sensacional de Vicente Úriz al botar éste una falta con rapidez y no dudó en marcharse en busca de la portería contraria sacando partido de su endiablada velocidad. Vio venir con todo al meta Dani y optó por el regate, sabedor de que se lo iba a llevar por delante y así fue. Penalti de libro y expulsión consiguiente, de acuerdo con una reglamentación que no todos los árbitros aplican de igual forma. Como había ocurrido días atrás ante el Rácing, Pereira provoca el penalti y Ribera lo ejecuta, aunque esta vez sin echar mano de la segunda oportunidad. 1-0 y el contrario con diez jugadores cuando restaba justo una hora de partido. Todo se ponía a pedir de boca pero los zamoranos no se descompusieron pese a la bofetada. Habían creado más ocasiones hasta ese momento y llegaron con más peligro ante Rubio de lo que los locales lo habían hecho frente a Dani. Pero a partir de entonces fue otra historia. Rául sabía que restaban muchos minutos por delante y no varió los planes, si bien se vio obligado a retirar al delantero Javi Ballesteros para dar entrada al meta Vilches. Pichi jugó con Asier por dentro, como se esperaba, hasta que optó por mandar al vitoriano a la banda y conceder a Fran ese rol de organizador con Vicente Úriz. Se sucedieron las ocasiones para haber incluso goleado, especialmente cuando avanzaba el choque y los zamoranos se vieron obligados a asumir riesgos. Fue cuando el propio Fran eleva la pelota sobre la adelantada zaga rojiblanca que trataba de provocar el enésimo fuera de juego. Pero esta vez Pavone, que entró al campo en lugar de Pereira, arranca en posición correcta y se marcha en solitario contra Vilches para fusilarlo con un zurdazo imparable apenas pisó el área de castigo. 2-0 y a esperar. El marcador era claro pero todavía se esperaba más. Jugando contra un rival en desventaja numérica al público del Toralín le habría gustado ver a su equipo más arriba y creando más situaciones de gol. No era tan sencillo y además, cuando se presentaba la ocasión, todo se iba al traste por un último pase desafortunado. El público quería más goles Sólo en un par de ocasiones se llegó con claridad para haber marcado prácticamente a placer. Fueron Rubén Vega y Pavone los que perdonaron ante Vilches. El primero tras una gran jugada de Ribera, Pereira y Chupri que se la pone medida al segundo palo pero el de Castrillo manda fuera. Su penitencia fue perder el pichichi momentáneamente en favor de Ribera, quien también perdonó más tarde. Cierto es que el valenciano llegaba un tanto forzado pero el centro de Asier desde la banda izquierda era nítido para empujar sin oposición y el levantino mandó a las nubes cuando estaba solo ante Vilches. Sólo en los últimos compases se atrevió Raúl, siempre tan metódico, a quemar sus naves con Xaco y Juanfer de refresco. El palentino tuvo en sus botas la posibilidad de acortar diferencias y meter presión a los locales pero mandó arriba ante Rubio. Tres puntos de oro.