El Villarreal se aferra al Madrigal

El Inter ganó al Villarreal en el primer partido de los cuartos de la Liga de Campeones gracias a su mayor pegada. El conjunto de Mancini explotó sus recursos y abnegó el juego de los castellonenses, que no encontraron la forma de levantar el recurso adverso. El partido empezó eléctrico. Los dos equipos levantaban la barbilla, retando desafiante al contrario, sin ofrecer una mínima duda sobre sus intenciones. El Villarreal fue el primero en mostrar un signo de chulería, de desfachatez ante el todopoderoso Internazionale. No había pasado un minuto, cuando David se subió a las barbas de Goliat. El tridente ofensivo de los castellonenses hilvanó la primera jugada y gol. Riquelme le dio un balón magistral a José Mari. Lo sacó el veterano Toldo, pero Forlán remató. El uruguayo volvía a aparecer en una temporada difícil. Ocho goles en Liga y uno en 'Champions' era su balance hasta el momento. Con el tanto, celebrado de forma rabiosa, se reivindicaba y lograba el primer objetivo de los amarillos: marcar fuera. Pero los milaneses no se decompusieron. Siguieron con su juego simple, basado en pocos principios muy claros. El centro del campo, por ejemplo, sólo sirve para defender. Esto es básico para el segundo postulado: hay que buscar a Adriano de cualquier manera. Poco a poco, fueron metiendo al Villarreal, que reculó posiciones. El Inter achuchaba con una presión asfixiante, cerrando los espacios para que Riquelme no pudiera crear. Sabían perfectamente cómo debían parar al Villarreal, que sólo llegaba a la portería de Toldo con balones parados y en momentos explosivos de Forlán. Los de Pellegrini estaban noqueados, demasiado ansiosos por deshacerse del balón cuando tenían que hacer todo lo contrario, mantener la posesión y esperar a los italianos. Ese agujero mental lo aprovechó el Inter para volcar el marcador a su favor, por el nigeriano Martins, y encerrarse un poco más en sus líneas.