Su hermano Enrique escalará junto a él como una parte básica de la expedición

Con ocho kilos menos de masa muscular y cargado de entusiasmo por el éxito cosechado en el Lhotse y de motivación ante el nuevo reto, Jesús Calleja encara hoy su cuarto paso hacia la consecución del ambicioso proyecto Desafio Extremo. En esta ocasión algo varía con respecto a sus otras expediciones, ya que su hermano Enrique le acompañará en su asalto a la cumbre del McKinley. Enrique, un experimentado montañero con varios seismiles a su espalda y que ha acompañado también a Jesús en sus viajes por el Tíbet en algunas ocasiones, será un baluarte esencial durante la travesía del glaciar debido a la obligatoriedad impuesta por las autoridades estadounidenses de recorrer encordado éste a causa de las numerosas y peligrosas grietas bajo el hielo. Una vez superada esta fase de la expedición será Jesús quien decida si desea completar la parte final de la escalada en solitario, como lo hizo hace menos de un mes en Paquistán, o en la compañía de su hermano. Esto dependerá, en gran medida, de las fuerzas de que disponga Jesús en ese momento crucial. «El hecho de compartir la aventura con mi hermano me motiva aún más», manifestó ayer un Jesús Calleja enfrascado en completar los últimos detalles de su viaje. A lo largo de la expedición, que espera completar en unos 28 días si las condiciones climatológicas lo permiten, el montañero ansía «divertirme, pisar un lugar en el que nunca he estado y enfrentarme al reto de la montaña más agresiva del planeta». Calleja afirma no buscar ningún récord de velocidad en Alaska, ya que «sólo compito conmigo mismo».