Un objeto que dio a un asistente detuvo el partido veinte minutos

Cuando dos equipos se están jugando tanto como ayer lo hacían Deportiva y Universidad es normal que la tensión termine por explotar con resultados imprevisibles. Eso ocurrió ayer en la segunda parte del encuentro en la zona de preferencia. Durante el primer tiempo Paulino se había encargado de provocar al personal simulando lesiones que al final no eran tales y esas interrupciones provocadas por el manchego habían calentado al personal. Nunca se puede justificar una agresión ni a un contrario ni a los miembros del trío arbitral, pero en ocasiones se puede llegar a entender la razón que provocan situaciones como la que ayer se vivió en El Toralín. Corría el minuto 72 de partido y justo antes el espigado centrocampista canario Sergio había establecido el momentáneo empate a dos. Entonces el balón salió por la línea de banda y antes de que se pusiera en juego el árbitro reparó en las indicaciones del asistente que cubría la banda de preferencia. Era el colegiado Vázquez Albite que se quejaba del hombro izquierdo. En esa zona le impactó un objeto metálico que el propio trencilla recogió para entregarlo al delegado de campo. A renglón seguido, los tres componentes del colectivo arbitral atravesaron todo el campo y se retiraron a los vestuarios cuando eran las diez de la noche. Los jugadores se quedaron en el campo realizando ejercicios físicos para mantener los músculos en tensión y el público permanecía en la grada aguardando acontecimientos. Se temía que se repitiera la historia del Valencia-Deportiva en Copa del Rey que se había suspendido de forma similar, aunque entonces de la cabeza del asistente manaba abundante sangre. Por fortuna y después de un intenso intercambio de impresiones entre representantes de ambos conjuntos, Silvano por parte de la Deportiva y el director general de los canarios Lucas Pérez por el Universidad. Estaba presente también el coordinador de seguridad José Manuel Vega y después de casi media hora de analizar los pros y los contras de la situación, García Bestilleiro y sus compañeros retornaron al terreno de juego, en medio de una fenomenal bronca de todo el estadio que no veía motivos suficientes para una suspensión temporal tan dilatada. Por fortuna, el público fue sensible a los mensajes lanzados por megafonía pidiendo calma y como el partido en realidad tampoco registró incidentes de consideración, además del ya mencionado, las cosas llegaron a buen puerto sin mayor sobresalto. Al final del partido el colegiado escribió en el acta que había suspendido porque a su compañero le golpearon con un vaso de cerveza lleno. Decidió regresar al terreno de juego porque el asistente no había sufrido daños físicos importantes y porque contó con la promesa del responsable de seguridad del estadio, José Manuel Vega, de que la situación estaba controlada. García Bestilleiro sólo reflejó en el acta el lanzamiento de vasos de plástico vacíos, dos botes de cerveza y un puro. La cosa no parece tan grave aunque puede acarrear sanción.