El «Expreso de Madrás», todo un campeón para el tercer milenio

Es poco probable que en un lapso de tiempo corto se vuelva a encontrar un campeón que juegue las partidas rápidas con la precisión, brillantez y técnica como lo hace Viswanathan Anand. Su velocidad es proverbial y su falta de divismo ante el tablero es similar a la de su gran rival Veselin Topalov, un magnífico gladiador al que esta vez no acompañó la suerte en este torneo de campeones. Ambos, ya lo hemos comentado en diferentes ocasiones, son dos excelentes teóricos y estrategas. Dos especialistas en el ajedrez clásico, rápido y semirápido. El Magistral, no cabe duda de que es un buen calibrador de fuerzas y de reflejos, pero no de sutilezas, de cálculos a larga distancia, de preciosismos inasequibles, precisamente porque su razón de ser es otra. Aquí no valen las improvisaciones de última hora, ni las añagazas de torneo clásico, aquí lo único que tiene valor es lo que se traiga en la memoria, del bagaje de lo estudiado antes, de las posiciones que ya han sido analizadas hasta la saciedad, porque cuando el tiempo apremia, el crono es inexorable y no permite juegos de azar. Es ahí donde Anand se muestra inalcanzable. Su velocidad mítica, le aleja hasta tiempos impensables. No en vano en el mundo del ajedrez se le conoce como el Expreso de Madrás. Y su exactitud, su fuerza de cálculo, le permite mantenerse poderoso aún en las posiciones más comprometidas.