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«Es una auténtica vergüenza»

Jugadores y aficionados canarios agredieron a los bercianos y el partido tuvo que pararse

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Ramón Díez - enviado especial | las palmas
León

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Las declaraciones que realizaron durante toda la semana algunos personajes como Julio Suárez, el inefable director técnico insular, o el propio Paulino, además del director general Lucas Pérez, sirvieron para caldear el ambiente hasta el extremo de que cuando marcó Ramón Pereira se produjeron los más graves incidentes que se recuerda en la moderna historia de la Ponferradina. Primero empezaron las hostilidades entre los propios jugadores en el césped. Un Ojeda enloquecido y fuera de sí se acercó a Asier Salcedo para propinarle dos puñetazos que por fortuna no hicieron daño ni resultaron respondidos por el vitoriano. El otro central, Medina, también la emprendió a golpes con todo el que pilló cerca, incluido el doctor de la Deportiva, Toño Bodelón, que se fue al hospital para presentar en comisaría la correspondiente denuncia con el parte médico como evidencia. Exactamente lo mismo hizo el compañero de la Cope, Manuel Ferreiro, que fue agredido por el obeso Julio Suárez cuando ya la expedición blanquiazul había abandonado el Alfonso Silva. Hasta el propio Pichi Lucas, que había saltado al campo para separar a los jugadores se llevó lo suyo. Fran tampoco se salvó de la quema, ni Fuentes, ni Rubén, en fin, una auténtica vergüenza. Entre los agresores se ve perfectamente, porque la televisión fue testigo en directo, al propio hijo de Julio Suárez, un tipo con el pelo rapado que llevaba su polo azul celeste y lo que es más grave aún, le pegó a todo el mundo sin ser detenido por la ingente cantidad de policías que había en el estadio. En fin, un flaco favor el que se le hizo a este deporte por parte de una afición engañada por su club.

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