Diario de León

La victoria de la inteligencia

Pichi Lucas sabía que sería un suicidio tratar de defender una renta tan exigua durante los noventa minutos y estableció como objetivo prioritario marcar un gol para minar al rival

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Ramón Díez - enviado especial | las palmas
León

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El partido de ayer tenía un importante factor táctico y anímico sobre el tapete del Alfonso Silva. Se trataba de la segunda parte de un encuentro que había empezado una semana antes en Ponferrada y que había consumido noventa minutos con ventaja para la Ponferradina. Pero esa ventaja era tan exigua que no podía sostenerse sólo con actitud defensiva en un terreno tan adverso como el sintético de los insulares y ante un equipo que no había perdido ni un solo encuentro allí en toda la temporada. Pichi Lucas conocía todo esto. Es un gran estratega y ayer lo demostró. Hizo ver a sus hombres que el primer objetivo era marcar un gol. Y eso no se consigue lanzando las tropas arriba, ni siquiera acumulando más jugadores de corte ofensivo. Jugaron los que tenían que jugar salvo el cambio ya anunciado de Kevin por Gorka que unió a sus problemas en el sacro la gastroenteritis que terminó por dejarle diezmado. La Deportiva jugó con tres centrales en el campo, pero Alberto hizo gala de su facilidad de adaptación a la medular, donde ya había jugado en temporadas anteriores. Atrás Kevin demostró que su contratación ha sido uno de los principales aciertos de los técnicos este año. Restó multitud de balones, algunos comprometidos y en el corazón del área pero este chico tiene la gran virtud de defender bien y sin cometer ni una sola falta. Por ahí se le complicó la vida al Universidad porque no encontraban respuesta a los balones colgados por los hombres de banda. Era el recurso que les quedaba porque las penetraciones se hacían inviables. La Deportiva tenía el partido bien controlado porque incluso se controla el juego cuando el contrario tiene el balón en su poder, como ayer le ocurría al Universidad. Cuando todo el público esperaba una avalancha ofensiva de los locales que eran los que necesitaban de verdad conseguir al menos un gol para pasar la eliminatoria, resulta que anotó la Deportiva. Y no fue un gol fruto de la casualidad. El propio Asier Salcedo que hizo buena con su tanto la obra de arte de Diego Ribera en el control y posterior asistencia previa, ya pudo haber fusilado a Moisés Trujillo al cuarto de hora cuando recibió otra gran asistencia pero esta vez de Rubén Vega desde la derecha, para llevar el cuero contra el poste para alivio de los insulares. El primer objetivo ya estaba logrado. Ahora faltaba el segundo que era mantener a Rubio fuera del alcance de los disparos locales. El meta tuvo trabajo, es verdad, pero sus compañeros hicieron lo suyo ante el empuje canario. Sólo Paulino creó verdadero peligro. Él llevó dos balones contra los postes y además asistió a su compañero Ángel Sánchez para que estableciese el empate momentáneo. Lucas había puesto en el campo a Pavone pese a que el argentino apenas tenía fuerzas después de la gastroenteritis que afectó a varios de sus compañeros. Viendo que no podía más le ayudó con Ramón Pereira, especialista en las contras por su gran velocidad. El emeritense se fue hasta el área y fusiló a Moisés Trujillo. Todo salió a pedir de boca en el terreno deportivo. Lo otro no puede ser analizado en esta sección porque nada tiene que ver con el fútbol.

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