Peligro, futbolista al volante

La multa a Diego Maradona por conducir demasiado rápido en una autopista de Gelsenkirchen, después del partido Argentina-Serbia, demuestra que la pasión por la velocidad al volante perdura en el futbolista incluso varios años después de colgar las botas. El hecho de que el policía que le paró se declarase fan del astro argentino no le eximió de pagar la multa de 200 euros, una verdadera minucia para quien, como Maradona, se permite el lujo de reservar habitaciones el mismo día en cuatro hoteles distintos para despistar a los pesados. Como jugador, Maradona se movía con enorme rapidez en distancias cortas. Como piloto demuestra escasa inclinación a respetar las señales. En mayo de 1993, cuando jugaba en el Sevilla, ya tuvo un encontronazo con un policía que trasladó al astro a la comisaría para que respondiera de los cargos de conducción temeraria. Debió ser una larga persecución porque Diego, que además de volar sobre el asfalto llevaba la música dentro del auto a toda pastilla, no reparó en la sirena con que los agentes le ordenaban que se detuviera. La fiebre de la velocidad ataca incluso a las más altas personalidades del deporte. Tal es el caso de Beckenbauer, máximo responsable del Mundial, que en febrero se vio envuelto en un incidente del mismo tipo complicado con un trato de favor que puede costarle caro a un comisario excesivamente benévolo. Como Maradona, hay futbolistas reincidentes como el francés Anelka, que tuvo que pagar 4.500 euros de multa por conducir a pesar de que le habían retirado el permiso por exceso de velocidad. El italiano Baggio o Beckham también acumulan multas.