Diario de León

Hiddink hace historia y clasifica a Australia enviando para casa a Croacia

El australiano Cahill y el croata Tudor se disputan un balón aéreo

El australiano Cahill y el croata Tudor se disputan un balón aéreo

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Daniel Roldán - sttutgart
León

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Guus Hiddink obró otro milagro. Si hace cuatro años logró llevar a Corea del Sur hasta las semifinales, esta vez logró meter a Australia en los octavos de final por primera vez. Allí, se verá las caras con Italia. El equipo oceánico y Croacia se jugaban el segundo puesto tras Brasil. Sólo dos minutos tuvieron para tantearse, el tiempo que necesito Srna para marcar en un lanzamiento de falta perfecto. Era un regalo caído del cielo para los croatas, que tocaban con los dedos el pase. Los balcánicos se confiaron. Cambiaron todos los planes y replegaron las líneas para aguatar las embestidas de los australianos, que salieron con un planteamiento ofensivo. Australia quería finiquitar el partido por la vía rápida para evitar problemas, metiendo una velocidad endiablada a todas sus acciones. La rapidez no iba reñida con la precisión. Los toques entre Kewell y Cahill rompían la maraña arlequinada planteada por Kranjcar, buscando a Viduka, un maestro en el juego de espaldas. Poco a poco, los australianos agobiaban a los croatas, que respondían 'cavando' trincheras en la frontal del área. Pero los 'socceroos' se encontraron con un regalo inesperado: el nerviosismo de la defensa. Croacia era un flan. Regalaron faltas y agarrones dentro y fuera del área. El árbitro no vio un placaje en toda regla de Babic a Viduka, aunque rectificó con el agarrón de Simic a la nuca de Cahill. Moore devolvía a Australia a los octavos, ya que un empate era suficiente. A Croacia sólo le valía la victoria, aunque no lo parecía. Seguía más preocupada por al defensa que por el ataque. Sus ofensivas eran aventuras en solitario de Prso y compañía. En una de esas acometidas, la suerte cayó de cara. Kovac lanzó desde fuera del área y Kalac, el portero australiano, se hizo un lío y gol. Entonces, Hiddink se quitó el traje 'holandés' y se puso el 'británico'. Abandonó el toque y optó por los balones a la olla. Y le salió bien.

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