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Portugal sale viva ante Holanda en un encuentro muy bronco (1-0)

Los de Scolari supieron resistir el acoso del contrario, que no encontró el ritmo de la remontada Una resonancia magnética determinará hoy la gravedad de la lesión de Robinho

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Y. Rey - nuremberg
León

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Scolari puede con todo. Una muesca más en su racha de victorias mundialistas -ya lleva once- y Portugal que está en cuartos, a un solo paso de igualar lo logrado en 1966 por la generación capitaneada por Eusebio. Holanda seguirá esperando para superar a su particular bestia negra. Portugal le tiene tomada la medida. El problema para los de Scolari es que el triunfo le costó muy caro para el futuro. Perdió a los expulsados Costinha y Deco y Cristiano Ronaldo se fue llorando con una lesión preocupante. Fue el partido más duro del campeonato con diferencia. Pegó bastante más Portugal, pero los holandeses respondieron siempre. Posiblemente su dureza fue el secreto de su éxito. Enmarañó el choque, lo llevó a su terreno y desquició totalmente a los de Van Basten, que no pudieron mantener un ritmo exigible en ataque para al menos igualar la contienda. Es extraño tropezarse en estos tiempos con dos equipos con extremos y verles frente a frente supone un buen ejercicio táctico. El campo parece más ancho y en la medular el tráfico es más fluido de lo normal y el balón circula más rápido. Mientras Scolari se refugió en su equipo-tipo, Van Basten castigó a Van Nistelrooy por sus pésimas prestaciones y dio otra oportunidad a Kuyt, uno de sus preferidos. Muchas patadas La trascendencia de lo que estaba en juego pronto quedó reflejada. Muchas patadas, demasiadas para dos equipos eminentemente técnicos. Cristiano Ronaldo se fue cazado antes de la media hora y Costinha, expulsado justo cuando acababa el primer asalto, aunque si bien la segunda fue por una mano, antes ya se debía haber ido a la caseta por su juego violento. Supo frenar Portugal el primer arreón de los naranjas vestidos de blanco y del intercambio de golpes salió el gol, fabricado por la banda derecha portuguesa y rematado con esa precisión y potencia que caracteriza a Maniche. Marcar y retrasar líneas fue todo uno en Portugal. Defiende bien el equipo de Scolari. Incrusta seis hombres por detrás del balón y tiene oficio. También lo tiene Holanda para atacar. Van Persie dio el primer aviso y el segundo resultó ser un penalti alevoso de Meira a Robben. Preocupante que un árbitro no vea un patada de kung-fu tan manifiesta. Scolari optó por reestructurar su bloque para afrontar la segunda parte con uno menos. Quitó a Pauleta, su referencia ofensiva y mejor rematador, para apostar descaradamente por el contragolpe. La entrada de Petit le permitió seguir con la media decena de elementos delante de su frontal y Deco, Figo y Simao, más adelantados y liberados en busca de algún contraataque. Holanda se fue con todo. Ocasiones tuvo para empatar, pero como no lo hizo, Van Basten arriesgó. Todo o nada. Van der Vaart por un central. Quedaba media hora y ahí surgió la experiencia portuguesa. Figo paró el partido con dos refriegas. La primera con Van Bommel, al que amagó un cabezazo, y la segunda con Boulahrouz, al que le sacó la expulsión por un codazo en la cara estando ya amonestado. Vital para sus intereses equilibrar la superioridad numérica. La ensalada de patadas continuó hasta el final y hasta con nueve Portugal mantuvo su renta. Sucesión de trifulcas El partido se convirtió en una sucesión de trifulcas desde ese momento, sin que el árbitro ruso Valentin Ivanov supiese cortarlas. Cada jugada terminó con un jugador sobre el pasto, un empujón y algún amonestado. En esa situación, pareció volver a salir perjudicada la selección portuguesa, que sufrió la expulsión de Deco, tras ver dos amonestaciones, pero quien en realidad no supo manejar la situación fue Holanda, que no bajó sus pulsaciones, embarulló su juego y sufrió la postrera expulsión de Van Bronckhorst. Holanda se quedó una vez más fuera de un Mundial antes de tiempo, frente a un equipo que confirmó su condición de candidato al título.