Cesc-Vieira, la veteranía decide

SE ENFRENTABAN el alumno y el maestro. El niño que llegó al Arsenal con 16 años y el padre deportivo que le acogió para hacerle crecer. El chaval que entraba en un equipo de jugadores curtidos y el protector que le ayudó a progresar. Tres años después, Cesc y Vieira se convirtieron en enemigos en un duelo de alto riesgo entre la juventud española y la veteranía de un equipo francés que vive los últimos estertores de una generación. Fue blanco contra negro. Cesc robó, presionó y dirigió a España junto a Xavi y Xabi. Vieira se limitó a defender para esperar el contragolpe como única respuesta ofensiva. Pero, a la hora verdad, el senegalés decidió el choque. Tal fue el dominio de balón de Cesc, Alonso y Xavi que Vieira y Makelele se dedicaron todo el partido a morder sobre el triunvirato para impedir que crearan. Fábregas demostró las razones de su titularidad en el Arsenal y en «la roja». Vieira se marchó hace un año al Juventus a sabiendas de que el «nen» que apadrinó ya volaba solo. Anoche, Patrick tuvo que empujarle e incluso pisarle para intentar robarle el balón. Porque Francesc obtenía la pelota y jugaba inmediatamente con Raúl y con Torres. Porque era el arquitecto que daba el tempo a España para que Xavi comenzara una nueva construcción del ataque. Porque protegía la herramienta de trabajo como si fuera un veterano del equipo de enfrente. El tanto de la igualada francesa fue el único momento que descolocó a Cesc y a sus compañeros. Los galos buscaban transformar el duelo en un toma y daca, para eludir la posesión española y aprovechar la velocidad de Henry, y lo consiguieron durante algunos minutos. El intermedio salvó a los de Luis de unos minutos en los que corrieron como gallos sin cabeza. Vieira sólo superó dos veces a su «sobrino» en ataque, pero la segunda sería definitiva. A lo largo del choque, Cesc fue más rápido y el senegalés siguió esperando atrás para destruir los intentos de pase con Torres, Luis García y Joaquín. El catalán era el único centrocampista de Luis que rompía la red defensiva. «El padrino» sufrió cuando su protegido le quitó la pelota en su segunda intentona de subir al ataque sin mirar atrás. La batalla entre «Pat» y «Cesc» la había ganado el joven. La amonestación que sufrió el africano, para frenar una penetración de su «enfant», era el ejemplo de ese relevo que el Arsenal ya ejecutó. El viejo leñador, incluso, se jugó la expulsión y fue su amigo quien le tranquilizó para no marcharse al vestuario. Podía haberse quedado quietecito, porque Patrick decantaría luego estos octavos. Cesc ganó a Vieira su partida de ajedrez, pero la capacidad destructora francesa sí venció con experiencia al dominio territorial español, tan insistente como impotente.