Diario de León

La marea «azzurra» toma las calles, llena de alegría por el título

«¡Somos los mejores. Viva Italia!», clamaron miles de tiffossi en la celebración posterior

El presidente galo, Jacques Chirac, no quiso perderse la final ante Italia

El presidente galo, Jacques Chirac, no quiso perderse la final ante Italia

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Iñigo Domínguezefe | berlín - roma
León

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Por si alguien tiene todavía la curiosidad, pasear por un país que acaba de ganar un Mundial es una sensación maravillosa, que en general en este planeta uno sólo suele experimentar si es brasileño. Desde este domingo en Italia es estadísticamente más frecuente, cuatro veces en la historia. En Roma es como uno se lo puede imaginar. Las calles desiertas, con turistas despistados que vagan con inconsciencia, bares con muchedumbres silenciosas, casas en las que se masca una tensión acumulada durante generaciones. Se anima incluso a los jugadores de otros equipos, odiados a muerte durante el resto del año, e Italia se siente importante. En el momento de la victoria, la ciudad se fundió a alta temperatura con un griterío colosal. En el Circo Massimo más de 100.000 personas se echaban unas encima de otras, los «tifosi» saltaban sobre la persona que tenían más cerca, aunque fuera desconocida (si era chica mejor, porque es uno de esos días que se liga seguro). Los «carabinieri» con metralleta que vigilan el Senado se abrazaban con los transeúntes. En Piazza Navona y seguramente en el resto de las decenas de plazas de Roma, nadie dudaba en tirarse a una fuente. En Venecia, se arrojaban a los canales. Es una vez en la vida. «¡Siamo nella storia!» (¡Estamos en la historia!), gritaba un niño con una bandera gigantesca en Campo de Fiori, donde la embajada francesa era un mausoleo. Quizá un día él sí vea a Italia ganar otra Copa del Mundo, pero quién sabe, mejor que lo saboree ahora. Deberá comprobarse, pero es probable que ninguna persona en el mundo haya sido más insultado simultáneamente que Zinedine Zidane, este domingo tras ser cazado en su agresión a Materazzi. Desde ese momento, los italianos se sintieron vencedores morales, a pesar de que llegó la pesadilla de los penaltis. Que la victoria llegara por un error de Trezeguet no hizo más que confirmar esta intuición, porque fue él quien marcó el 'golden gol' que en la final de la Eurocopa de 2000 derrotó a Italia. La revancha este domingo era completa y ni siquiera le estará importando a la cadena de tiendas Media World, que en un alarde de idealismo, hizo el mal negocio de prometer a sus compradores la devolución del precio de un televisor de plasma si Italia ganaba el Mundial. Vendió más de 10.000 y deberá desembolsar 10 millones de euros, pero el dueño decía antes del partido que quería que ganara la «nazionale».

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