Diario de León

El Atlético estima en 40 millones la marcha negociada de Torres

Mientras tanto, Javier Aguirre comienza a impacientarse por la lentitud de las operaciones

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Julio Soria
León

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Fiel como ninguna, la afición del Atlético de Madrid ha sido capaz de superar, estoicamente campaña tras campaña, todas y cada una de las desagradables experiencias que, bien sus dirigentes, bien sus futbolistas, les han proporcionado en forma de malos resultados deportivos. Ahora puede venir otro disgusto para la cansada parroquia rojiblanca. La venta del hombre que, tras el descenso a Segunda, ha sido capaz de mantener en primer plano de la actualidad informativa a la entidad: Fernando Torres. El consejero delegado del Atlético, Miguen Ángel Marín, se aferraba a los papeles: «Estamos creando un equipo fuerte, y en él está Torres, que tiene contrato en vigor durante dos temporadas más». Sin embargo, parece consciente de que los días del futbolista vistiendo la elástica colchonera tocan a su fin. «Si él quiere, estaremos juntos muchos años. El día que no sea así y quiera marcharse, lo hablaremos e iremos de la mano», señaló Gil Marín. Y a entenderse parecen obligados, ya que, como el propio Javier Aguirre se ha encargado de señalar, el futbolista no ha podido garantizarle «su presencia en el equipo» que trabajará bajo sus órdenes. Figura indiscutible Ascendido a la primera plantilla cuando aún era menor de edad, Torres necesitó demostrar poco en muy poco tiempo para convertirse en el mesías que anhelaban las gradas del Calderón. Han pasado poco más de cinco años desde que el canterano debutase en Albacete con gol de la victoria incluido. Un lustro en el que los acontecimientos se han sucedido a una velocidad de vértigo, desde su consagración como ídolo de una entidad centenaria hasta su titularidad en la selección, siendo además, verano tras verano, el protagonista indiscutible de gran parte de las operaciones de compra y venta de jugadores. Y parece que, finalmente, y tras el aluvión de amagos anteriores, el proceso se acerca a su desenlace final. Torres apuesta por su salida del club, con el que se identifica de manera patológica. Sus posibilidades de crecimiento profesional se ven limitadas en un Atlético que, hoy por hoy, no se encuentra en condiciones de asegurarle al punta un mínimo de seguridad necesaria en la lucha por metas de gran calado. Por su lado, los rectores de la entidad enfocan el traspaso de su icono como la única medida viable de poder arrancar un proyecto deportivo que les sitúe de nuevo entre los grandes del balompié nacional. La marcha de Torres, a pesar del golpe moral que pueda suponer a corto plazo para la parroquia, parece la mejor solución para una situación que había comenzado a enquistarse: el jugador manifestaba un preocupante estancamiento en su aprendizaje y el equipo seguía sin responder. Su fichaje, probablemente por el Manchester United, podría cerrar varias discusiones de un rápido plumazo. Unos 40 millones para las escuálidas arcas rojiblancas son una buena razón.

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