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Los ríos de montaña se encuentran en una situación límite de caudal

Las últimas tormentas apenas han aliviado una situación preocupante

Publicado por
Pedro Vizcay - león
León

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C uando falta poco más de una semana para finalizar la temporada de pesca en los ríos de montaña, es decir, los no regulados por pantano, la situación del caudal resulta realmente agobiante y apenas permite practicar la acción de pescar. Las últimas tormentas, allí donde se han producido, apenas han aliviado por unas horas el acusado estiaje en un seco, y con un verano especialmente caluroso. Las sacas de agua para el riego en las diferentes presas que jalonan el curso de todos los ríos dejan en ocasiones el cauce totalmente seco. Estas sacas antaño se producían con un puerto construido todos los veranos con ramas y piedras, lo que creaba al menos una balsa por encima y un pequeño pozo con refugio por debajo del mismo. En muchos pueblos se ha optado por construir el puerto de forma definitiva con hormigón o, en otras ocasiones, utilizando grandes mantas de plástico que no dejan discurrir una gota de agua. Los abusos evidentes de las comunidades de regantes ponen de manifiesto, una vez mas, que la pesca y la supervivencia de las truchas es una cuestión secundaria en los usos del agua. Los afluentes de la cuenca del Duero son los que atraviesan una peor situación. Bernesga, Torío, Eria ... están prácticamente secos a partir de sus cursos medios. En esta situación cualquier desaprensivo puede provocar una auténtica catástrofe ecológica con un par de botellas de legía. Algo mejor lo tienen los ríos que vierten hacia el Sil. En la zona del Bierzo, el problema lo plantean las extracciones de agua para el abastecimiento. Las truchas durante todo el mes de agosto y hasta que lleguen las lluvias de septiembre o se interrumpan los riegos y quede aliviado el caudal, pasarán un auténtico calvario. A la precariedad de agua se unirá la acción de muchos bañistas, veraneantes hijos de los pueblos mayoritariamente, que entienden que ir a bañarse y llevarse la cena pescando a mano es una costumbre que ya se ha convertido en un derecho. Mientras no se envenenen las aguas el daño es menor, pues al menos se salva el alevinaje. La enorme capacidad de regeneración que tienen los ríos resulta sorprendente, pero todo tiene un límite y realmente los ríos se encuentran al borde del agotamiento, en unas zonas, donde todavía quedan truchas autóctonas.