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Publicado por
BENITO URRABURU
León

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ESTE TOUR es como una noria que gira y gira sin saber muy bien donde debe de detenerse. Va esparciendo día a día una forma de entender el ciclismo que no conocíamos. Pasamos de la alegría a la zozobra en cuestión de horas, pensamos que Óscar Pereiro ya tenía casi ganado el Tour y Floy Landis resucita, aunque también se podría decir lo mismo del líder en Montélimar. El que no dice nada es Carlos Sastre, que lleva un genio al volante. Ha sido el corredor más regular de todo el Tour, tiene una de las formaciones más fuertes, el CSC, y viendo el director que tiene no le hacen falta enemigos. A muchos directores les falta una visión más amplia de la carrera que el día a día, el conocer a los corredores. Pereiro volvió al Tour gracias a una escapada que todos los equipos dieron por buena y de la que se han terminado arrepintiendo. Camino de Morzine, CSC tardó demasiado tiempo en trabajar. Lo hizo cuando los compañeros de Pereiro estaban deshechos. El enemigo de Sastre era Landis, no Pereiro. Hubieran desgastado igual al líder si hubieran trabajado y a lo mejor Carlos Sastre estaría ahora pensando que puede ganar el Tour. Desde 1989, cuando Laurent Fignon le ganó el Tour a Greg Lemond en la contrarreloj final no habíamos llegado a una situación como la actual. El Tour se lo tendrían que haber jugado Óscar Pereiro y Carlos Sastre. El invitado sorpresa, Floy Landis, es quien parecer tener todos los ases en la manga. En la primera contrarreloj, de 52 kilómetros, Landis aventajó en 1-10 a Sastre y en 1:40 a Pereiro. En la crono final del año pasado, 55 kilómetros, Landis aventajó en 1-08 a Sastre y en 1-23 a Pereiro. Nos gustaría que los números engañasen, pero no lo hacen. El balance global de los Alpes había que hacerlo en Morzine y tenemos dos corredores que van a estar en el podio, que son primero y segundo. Si la carretera tiene que decir más cosas, ya las dirá.