Diario de León

PRIMERA DIVISIÓN

Un Real Madrid anodino pierde ante el Villarreal y termina último

El conjunto merengue no ilusiona tampoco de telonero en el Trofeo Ramón de Carranza

Van Nistelrooy, a la izquierda, controla el balón ante la presión de Riquelme

Van Nistelrooy, a la izquierda, controla el balón ante la presión de Riquelme

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Patricia Muñoz - cádiz
León

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Riquelme, con un toque maestro en un libre directo, dio al Villarreal el tercer puesto del Trofeo Ramón de Carranza, un torneo de donde se despidió el Real Madrid con una pobre imagen y donde tampoco aprovechó el partido de consolación para progresar en su juego. No ilusionó el Real Madrid tampoco de telonero. Hacía once años que el Madrid no acudía a Cádiz a jugar este prestigioso torneo. Y su regreso no pudo ser peor para la afición cadista. El Villarreal no le anduvo a la zaga. Mal también. Ganó el encuentro de consolación con un certero gol de Riquelme en la recta final. No maquilló el pésimo partido Riquelme, pero al menos dejó en el césped el único rasgo de calidad de 90 minutos para el olvido. El primer tiempo resultó tedioso. Sin ritmo, sin dinamismo, fue un partido muy de pretemporada, muy del mes de julio, justo ahora cuando el inicio de la Liga se encuentra a la vuelta de la esquina. Defraudó el Madrid y también el Villarreal. No es normal ver al Real Madrid de segundo plato. Pero así ha jugado. Como un segundón. Tiene trabajo arduo Fabio Capello por delante para enderezar la nave madridista. Aún así llenó el Carranza. Ha blindado Capello el equipo con Emerson y Javi García, a la espera de Diarra para suplir al canterano, para que Robinho juegue más a gusto, pero el brasileño arrancó siempre muy lejos de la portería y sus bicicletas horizontales no sirvieron para nada. Capello dio el testigo de inicio a Robinho, pero éste no le demostró al técnico italiano estar muy por encima de Cassano. No hubo nada destacable en el Madrid. El Madrid intentó sacar el balón en largo desde atrás, pero el clon de Fernando Hierro aún no se ha reinventado y eso se nota. Ni Raúl ni Van Nistelrooy recibieron con garantías. A los 11 minutos, Sergio Ramos, el corazón del Real Madrid, estuvo a punto de sacar petróleo de su jugada favorita: el remate de cabeza en un saque de esquina. Su testarazo lo sacó como pudo Viera. Enfrente, el Villarreal tuvo menor enjundia que en otras ocasiones. Riquelme apareció lo justo, apenas para poner calidad en las acciones a balón parado, con Somoza y Senna por detrás. Con pitos para el Real Madrid del público del Carranza se llegó al intermedio. Tras el descanso, Capello dio minutos a toda la plantilla. Diego López, por cierto aguantó el partido entero de titular. Iker estuvo en el banquillo. Innovó Capello con Mejía en el medio centro como destructor y acabó el Real Madrid con Juanfran y Baptista arriba. Todo extraño y renovador. Ni los titulares ni los suplentes tuvieron su día. Cuando todo apuntaba a los penaltis, apareció Riquelme a cuatro minutos del final para poner un 1-0 con una perfecta ejecución de un libre directo al borde del área.

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