La hora de la verdad

COMIENZA la gran singladura de la liga, la competición oficial por excelencia. Una navegación por mares a veces en calma, a veces amenazando galerna y también en ocasiones, poniendo la nave al pairo para capear el temporal. Son, nada más y nada menos, que la arribada a treinta y ocho puertos, los treinta y ocho partidos de la fase regular, más, para quienes lleguen a lugares de «premio» esperan dos eliminatorias complicadas, para acceder a la bahía del ascenso, ese objetivo tan perseguido como negado al barco culturalista. La pretemporada es ya tiempo pasado; tan cerca y tan lejos. Ha llegado la hora de la verdad. Agotadas las balas de fogueo de los partidos preparatorios, se juega ahora con fuego real, con victorias, derrotas y empates que, en esta competición que premia las victorias con tres puntos y los empates con uno, las tablas son resultados nada apetecibles, particularmente cuando se ceden en campo propio. La Cultural inicia la liga recibiendo en el Amilivia al Universidad de Oviedo, el equipo que frustró las aspiraciones de ascenso del Huracán. Un rival en teoría asequible, que no fácil, porque fáciles ya no quedan en el mar de la liga. Primera etapa y, esperamos, primera victoria culturalista, o lo que da lo mismo, llegada victoriosa al primer puerto de los treinta y ocho a los que hay que arribar. La pretemporada no ha proyectado mucha luz sobre lo que la Cultural puede ser o no ser. Resultados pobres en goles. Y su majestad el gol, es el principio y el fin del invento futbolero. No obstante, ha dado margen a un compás de espera en el que son bastante divergentes los comentarios, los ánimos y los vaticinios de los aficionados. Unos ven la botella medio llena y otros medio vacía. No obstante, flota en el ambiente un halo de esperanza, en buena medida por la confianza que inspira el entrenador, Antonio Gómez, por el grato recuerdo dejado en su anterior etapa como responsable técnico del equipo, al que llevó a las mismas puertas del ascenso. Ojalá esa confianza florezca con fuerza, allá por las calendas de mayo, como las flores silvestres en la montaña y en la altiplanicie leonesas. El sol brillante del ascenso que esperan los más optimistas, imponiéndose a las nubes densamente grises que otean los más pesimistas. Cara y cruz de un balance final que tendrá como medio a don Balón y como fin, como realidad prometedora a su majestad el gol. Una nueva temporada, un nuevo proyecto y un solo objetivo: el ascenso tan perseguido como negado durante unos seis lustros.