Diario de León

Grecia desnuda las carencias de los americanos para colarse en la final

Tras un mal primer cuarto, el base Papaloukas lllevó a los helenos a brillar como equipo

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Daniel Roldán - saitama
León

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Cayó el imperio de la NBA. Estados Unidos, que se atragantó contra Italia y Alemania, se ahogó ante el poderío griego (101-95). Los helenos realizaron su mejor partido en años y disputarán su segunda final consecutiva después de practicar un gran baloncesto. Tras triunfar en Europa del año pasado, ahora quieren sustituir a la otrora intocable Serbia y Montenegro en el cetro mundial. Grecia planteó el partido contra Estados Unidos como si de un duelo normal se tratase. Nada de cosas especiales, defensas raras o planteamientos ofensivos extravagantes. Colocó a sus hombres en zona, como todas las selecciones que se han enfrentado a los saltarines de la NBA, para impedir que el juego de los americanos fuera fluido. Tampoco aumentó la velocidad de sus hombres. Grecia mantuvo ese ritmo cansino, pensante, que apura las posesiones hasta el máximo para encontrar el tiro más cómodo. Los chicos de Panagiotis Yannakis lo realizaron todo bien, salvo anotar con regularidad, un factor vital si quieres ganar algo en baloncesto. Los helenos jugaban más preocupados en denfender y controlar el 'tempo' del partido que en anotar. Aunque tuvieran un tiro más o menos fácil, esperaban a los cinco segundos finales para encarar la canasta. Con esa partitura, Grecia era incapaz de alterar la partitura que ejecuta partido tras partido los EEUU, que afrontaron el choque con los mismos fundamentos exhibidos durante todo el campeonato: tiraban cuando querían, fallaban casi todo, cogían un montón de rebotes debajo del aro griego (su tabla de salvación) y Carmelo Anthony mantenía el tipo con su excelente tiro exterior. El resto no daba la talla, aunque los norteamericanos cerraron el primer cuarto por delante, 14-20. Yannakis, perro viejo de este juego, sabía que así Grecia no podía ganar el partido. Corría el segundo cuarto y el equipo aguantaba a EEUU, pero no se acercaba en el marcador. Necesitaba algo más, y encontró al amigo Sofoklis Schortsianitis en el banquillo cuando tuvo que sustituir a Lazaros Papadopoulos con tres faltas. Se armó el follón, porque Theodoros Papaloukas vio la luz: si metía el balón a la pintura, los americanos no defendían. Grecia destrozó a los americanos, incapaces de realizar ayudas y presionar con coherencia al hombre que tiene el balón. Schortsianitis se destapó como una máquina de crear problemas en la zona enemiga. Sus 120 kilos y 206 centímetros no le impiden moverse con una agilidad asombrosa y llegar debajo del tablero con comodidad. Siempre sacaba algo positivo, o una falta o un tiro cómodo. Nunca se iba de vacío. Y Grecia remontó. De la ventaja de ocho puntos que los yanquis consiguieron al inicio del segundo cuarto (14-22) se pasó, con un parcial de 0-9, a un 45-41 al descanso. Era la segunda vez que Estados Unidos estaba por debajo en el marcador. Fe y trabajo Italia fue la primera en asustar un poco a los americanos. Pero no supo entonces manejar su diferencia. Los cerebros de los trasalpinos se bloquearon cuando vieron a esos jugadores enormes, musculados, buscando el balón de forma desesperada. Grecia, no. Debe ser ese gen raro que mezcla competitividad y falta de nervios el que le permite no asustarse ante las adversidades. Los helenos siguieron a lo suyo. Papaloukas (12 asistencias) seguía con sus pases a canasta y 'Baby Shaq' hacía añicos el aro rival. Mientras, el seleccionador americano, Mike Krzyewski, mantuvo su incomprensible carrusel de cambios, realizados de forma arbitraria y sin ningún tipo de lógica: cuando de remontar el partido se trataba, dejó a Dwight Howard (siete rebotes) en el banquillo y a Brend Miller, 213 centímetros de descomunal pívot, sin jugar un sólo minuto. Grecia seguía en sus trece. Consiguió su máxima ventaja (67-53) al inicio del tercer cuarto gracias a la permisiva actitud de los yanquis y a un efecto contagio. Si Schortsianitis, de 21 años, sobresalía, todos podían anotar. Su juego interior se vino arriba, animado por los resultados del pívot negro, y todos decidieron jugársela. Todo coordinado por Yannakis, que le dio un baile táctico al inmenso plantel técnico del rival. Apretón final Estados Unidos tenía que reaccionar por inercia. Sin juego colectivo, el talento de sus hombres debía surgir por algún lado en el último parcial. Presionaron en defensa y se acercaron en el marcador hasta ponerse a cinco (91-86). Era el momento crítico, la situación que deseaban de las estrellas de la 'galaxia NBA'. Y ahí apareció otro genio tirador de la cantera europea. Vasileios Spanoulis, que la próxima temporada jugará en Houston. Lanzó su quinto triple de la jornada para poner a Grecia ocho arriba (94-86), sentenciar el duelo y condenar a Estados Unidos a jugarse el bronce con Argentina.

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