Incendios que no se apagan

EL SOL que lleva Astaná en su camiseta continúa reluciendo en la Vuelta a España. No lo consiguieron apagar antes de la prueba y su fulgor se ha catapultado en tres ocasiones sobre la carrera. No serán las últimas. Manuel Saiz no vio la victoria de Sergio Paulinho. Ni en directo, ni por televisión. No fue un buen día para él. Con parte del equipo que iba a llevar al Tour, se ha convertido en una de las formaciones más fuertes de la Vuelta a España junto al Caisse d¿Epargne, otra armada importante. Paulinho, uno de los corredores a los que no dejaron tomar la salida en el Tour -todavía nadie ha explicado las razones-, hizo valer su potencia y le dedicó el triunfo a su ex director. Manuel Saiz continúa ganando desde la distancia. Fue la parte emotiva de la etapa, la de un equipo al que personas con nombre y apellidos quisieron exterminar del mundo ciclismo. No forman parte del grupo de los buenos. Les han puesto en la acera de enfrente. La parte polémica volvió a recaer en Carlos Sastre y Eusebio Unzue. Ambos se profesan un «cariño» llamativo que se arrastra desde que el corredor de El Barraco, el cuñado de José María Jiménez, se fuese a la Once en su estreno profesional en vez de fichar por Banesto. Por razones que no vienen al caso, ese cariño se incrementó y, en la jornada de ayer martes, el corredor explotó. Han tenido varios roces públicos en los últimos tiempos y, cuando hablan el uno del otro, se nota que en ese incendio no hace falta echar mucha gasolina para que prenda. Al final, en este circo del ciclismo cada uno cumple su papel, incluidos los periodistas. Y lo cierto es que cada director, cada corredor, plantea la carrera a su manera, defendiendo sus intereses, de la forma que cree más conveniente. Ayer les tocó a Sastre y a su equipo trabajar. En el Tour de Francia, el que salió perjudicado fue Pereiro. Al final, sin Manuel Saiz en la carretera, que hubiera avivado todavía más la hoguera, quizás sea el Astaná quien obtenga los mayores beneficios, ahora que están tranquilos. No pasó nada a la hora de la verdad, salvo que Karperts y Paulinho están mejor situados en la general. Pero el ambiente está caldeado, demasiado, con heridas profundas que volverán a florecer. La general no se movió, pero la etapa se fue a una media horaria de 43,685 kilómetros por hora. Eso es mucho rodar.