Diario de León

DESDE LA GRADA

«Jogo casi bonito»

Publicado por
DOMINGO SHANKLY
León

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«EL FÚTBOL no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso», solía proclamar mi tío Bill. Y esa debió ser la consigna que se grabaron a fuego los chicos de Pichi que el domingo saltaron al césped del Toralín. El partido frente al Numancia se ganó, paradójicamente, desde la mentalización defensiva. Una defensa que se iniciaba desde la presión infatigable del «torero» Diego Ribera, que ahogaba en el centro del campo con un Borreguero que es un auténtico ratonero en el mejor de los sentidos roedores, y que encontraba su broche con un Bornes absolutamente imperial. Da la impresión de que Bornes ha estado dos años jugando «sobradito», como guardándose unos cuantos capítulos del arte de la zaga para echar mano de ellos cuando las exigencias parecen más grandilocuentes. Todo el bloque, no obstante, se movió con un sentido y un ritmo defensivo excepcional durante el choque. Basculando con una cadencia y una sincronización que sólo pueden conducir al éxito, sobre todo si es que te encuentras con un gol fruto de la nada como el de Rubén Vega, que pasará a la historia de la Deportiva como el primer futbolista en marcar en Segunda, pero que no fue ni mucho menos la estrella del debú. A Rubén todavía le sobra algo de mantequilla -tanta como sensibilidad con el balón- para competir en la categoría. Lo mismo que a Debris, que mejora, pero que aún debe robustecerse mucho más para ponerse sólo, digamos, a la media altura que el domingo exhibió su compañero de cierre. Cuando en la segunda parte alguien decidió dar paso al «jogo casi bonito», Fran emergió como un gigante. ¡Qué controles!, ¡Qué arrancadas explosivas!. Nada que ver con el Fran del principio de la temporada pasada. Incluso se le ha ensanchado la tonsura que corona la medular de su cabeza, que es signo indudable de calidad «Zinediana». Pero es que además se fajó como el resto. Y cuando combina por el centro con Diego Ribera, que a veces deja constancia del guante que posee en el pie y que un día lo convirtió en uno de los niños prodigios del balompié patrio, entonces a los guardametas rivales sólo les cabe postrarse frente a una vaselina maravillosa o a un toque de interior de precisión cirujana. El gol fue soberbio y excitó no sólo al público sino al Borreguero más técnico o la dosificada elegancia de Rubén Vega. Rapponi sigue sobeteando demasiado el cuero, Asier, que fue el líder la temporada pasada, anda algo desorientado por los medios, y Chupri pierde la brújula cuando se descubre frente a un meta que no es Manolo Rubio, un Rubio que casi huele a santidad cuando se estira a lo Nadia Comanecci. Los segundos 45 minutos consiguieron que la grada se olvidara de Pichi Lucas, que algo debió de poner de su mano para ordenar al equipo; del preparador físico, que tiene a los muchachos como motos para rendir a un nivel que se observa imprescindible para mantener la categoría, y hasta del caos organizativo en la Preferencia, donde no hubo tortas entre socios y abonados porque el civismo se impuso y la policía también. No en vano, como dice un buen amigo: «Nunca estuvimos tan cerca de Primera». A sólo tres puntos.

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