Diario de León

Ademar dejó escapar en el último minuto un empate que mereció

El equipo se sobrepuso a la baja todo el partido de Garralda y sólo cedió en la recta final

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Georgino Fernández - león
León

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El Ademar de este año es un león con las garras afiladas. Hay «hambre», hay ilusión, mucha ambición y también calidad. El equipo lo demostró ayer a pesar de que cayó en el último minuto ante el todopoderoso Ciudad Real. Los de Cadenas tutearon todo el partido al mejor equipo del planeta y persiguieron con fe la victoria a pesar de que tuvieron que jugar todo el tiempo sin uno de sus referentes: el zurdo Mateo Garralda que con una fractura de nariz nada más arrancar el choque se perdió todo el partido, trastocando de forma importante los planes tácticos que había diseñado Manolo Cadenas. Aún así, el Ademar se sobrepuso a este inesperado contratiempo -Entrerríos o incluso Jakobsen ocuparon en muchas ocasiones esa posición- y no sólo no dejó casi nunca que los manchegos se marchasen en el marcdor sino que hubo momentos en que incluso llegó a poner contra las cuerdas a los hombres de Talant. Si se echa un vistazo a los parciales de la primera mitad se verá bien a las claras la tremenda igualdad que caracterizó estos primeros treinta minutos. Minuto diez: empate a cuatro. Minuto 20: empate a nueve. Al final, uno arriba el Ciudad Real: 13-14 y todo por decidir. Estaba claro que este partido iba a llegar a un final muy ajustado. Una lectura rápida de esta primera mitad ofreció varios aspectos a subrayar. En primer lugar es evidente que el Ademar ha ganado en agresividad defensiva. Sigurdsson, Aginagalde y Morros (especialmente los dos primeros) forman un sólido muro defensivo. Los más de 120 kilos del islandés y los 110 del vasco se dejan notar. Bien es cierto que la defensa de los manchegos con Dinart y Pajovic fue también especialmente dura. Si hablamos de la portería. Saric está cada vez más asentado en este puesto. Ayer hizo más de un paradón y la afición coreó su nombre. El bosnio transmite seguridad. En cuanto al ataque, Jakobsen movió el equipo con criterio y Entrerríos -forzado por la baja de Garralda-demostró que puede ser un jugador polivalente que sabe defenderse como lateral y como central. Se echó de menos un tirador. El Ademar ha perdido a Kjelling y Schlinger necesita aún acoplarse El austríaco estuvo inédito en la primera mitad pero en la segunda destapó su tiro eléctrico -arma el brazo y lanza rapidísimo- y acabó con cinco goles. No obstante, en la primera mitad la aportación ofensiva del Ademar vino fundamentalmente por los extremos -con Costa y Stranovsky como estiletes-y por el pivote. Castresana volvió a demostrar que cuando coge balones en esta posición es letal. El primer tiempo consumía sus últimos segundos con empate a 13 y Uríos empezó a hacer méritos para convertirse en uno de los grandes protagonistas de la tarde. Agarró un balón en la zona de seis metros y fusiló a Saric sobre la bocina. Los manchegos se iban uno arriba al descanso. Metlicic y Rutenka, con seis goles entre ambos, daban también muestras de su calidad. En la segunda mitad, Schlinger empezó muy fuerte, con dos dianas consecutivas para demostrar la fama de tirador de que viene precedido. Sin embargo, el Ciudad Real apretaba. Los de Dujshebaev apretaron los dientes para subrayar que habían venido a por el partido. Dzomba despierta y Metlicic y Rutenka seguían encontrando puerta con facilidad. En el minuto siete, el Ademar ya perdía de tres: 15-18. Las diferencias a favor de los manchegos se estabilizan en uno o dos goles pese al buen trabajo de Aginagalde en el pivote. El vasco, que ayer firmó cuatro tantos, sabe buscar la espalda muy bien a los contrarios y si le llegan balones los sabe aprovechar. Diez minutos mágicos Pasado el minuto veinte de la segunda mitad, varios errores en el pase y una ligera bajada en la concentración y en la intensidad permitió que el Ciudad Real se escapase cuatro arriba: 22-26. Pintaban mal las cosas para los leoneses. Sin embargo, surgió entonces esa afición de las grandes ocasiones y el Palacio se convirtió en una caldera rugiente. El equipo jugó entonces sus mejores momentos. A falta de cinco minutos ya habían recortado dos: 24-26. Saric se marca un paradón y en el ataque siguiente Raúl Entrerríos hace un gol de garra. El Ademar ya respiraba en la nuca de los manchegos. Schlinger saca otro de sus latigazos y fuerza el empate a 26. Poco más de un minuto por delante. Y entonces volvió a aparecer el letal Uríos del último minuto. El cubano marcó para poner por delante a los suyos y aunque al Ademar le quedaban más cincuenta segundos por delante no los supo aprovechar. Nadie se atrevió a tomar la responsabilidad directa de lanzar a la meta defendida por Hombrados. Con el tiempo al límite se intentó un pase al pivote pero Aginagalde no pudo coger el balón y todo se acabó. Fue una lástima porque el Ademar luchó siempre y mereció como mínimo el empate.

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